Los icebergs, masas de hielo flotante, abundan en las aguas cercanas al Ártico. En su mayoría proceden de los glaciares de Groenlandia y las corrientes marinas los desplazan hacia el sur. |
Los icebergs constituyen un peligro para la navegación. Tan solo una octava parte sobresale a la superficie. |
El calentamiento global
El clima de la tierra siempre ha estado cambiando, a lo largo de los tiempos se han sucedido glaciaciones o periodos fríos y otros más cálidos. Ligados a estos cambios en la temperatura se producía un aumento o retroceso de la extensión de los hielos, cambiaba el nivel del mar, determinadas especies animales se extinguían, otras se adaptaban a los cambios o emigraban a zonas más benignas. Así, por ejemplo, el hombre del paleolítico que habitaba cuevas como las de Altamira, referida en una entrada de este blog, vívía en un entorno mucho más frío, cazando especies hoy inexistentes como el bisonte o el mamut y con un mar Cantábrico más alejado, pues la costa se hallaba a varios kilómetros de la línea actual.
Sin embargo, el proceso de calentamiento global que hoy se produce es diferente a los anteriores, pues por primera vez, sus efectos se deben o por lo menos se ven acrecentados por la acción del hombre, lo que hace que el cambio sea especialmente rápido. Es indudable que la contaminación creciente y la emisión de gases de efecto invernadero está ayudando a aumentar la rapidez y fuerza del cambio climático. El aumento de la temperatura gradual comenzó con el siglo XIX y coincidió con el inicio de la revolución industrial en Europa, pero se ha visto acrecentado desde la década de los 1970, y especialmente en los últimos quince años. Prueba de ello es que nueve de los diez años más cálidos en los registros de temperatura global de los últimos 130 años se han observado en el siglo XXI, desde el año 2000.
Las consecuencias de este calentamiento son numerosas, en primer lugar sube la temperatura y cambia el ciclo hidrológico (las precipitaciones y su distribución), aumentan las sequías y las lluvias torrenciales, se multiplica la frecuencia de tifones y huracanas; en los grandes océanos la subida de la temperatura del agua está blanqueando y destruyendo los arrecifes de coral, quizás el más variado y rico ecosistema marino; muchas especies de valor pesquero se desplazan a latitudes más altas y otras corren riesgo de desaparecer por la modificaciones en su ecosistema. El hielo de las zonas polares se está derritiendo, lo que contribuye a la elevación del nivel del mar, y muchas zonas costeras de alto valor económico, donde se asientan enormes ciudades y zonas muy pobladas, corren el riesgo de ser cubiertas por las aguas. Islas del índico y el pacífico como las Maldivas o Nauru, de origen coralino y poca altura, corren el riesgo de desaparecer.
El deshielo del Polo Norte
Sin embargo, el lugar donde más evidente se está haciendo este calentamiento global es en el Polo Norte (Ártico), un océano helado. Mientras en el Polo Sur (Antártida), un continente helado y por tanto con temperaturas más frías, el volumen de los hielos permanece más estable, en el Ártico la situación se torna dramática.
Cada año, el Polo Norte vive entre el verano y el invierno una variación de temperatura que conlleva un cambio en la superficie helada. El mínimo de hielo se encuentra hacia el final del verano, entorno a septiembre, momento en que los hielos suelen replegarse hacia la costa norte de Groenlandia y las islas del norte de Canadá, zonas donde permanece hielo muy viejo que nunca se ha derretido y donde buena parte de Groenlandia permanece helada en su interior, con un enorme glaciar. Después la superficie de mar helado va aumentando cada año desde otoño hasta encontrar su máxima extensión al final del invierno, en que alcanza las costas europeas y asiáticas del océano Glaciar Ártico.
Pues bien, al final del último verano, el de 2012, saltaron todas las alarmas, la NASA observó desde satélite (ver imágenes superiores) la evolución del hielo, y durante su mínimo anual, a mediados de septiembre, tan solo había 3,4 millones de kilómetros cuadrados de hielo, unas 7 veces la superficie de España. Puede parecer mucho, pero no debemos olvidar, que en 1980 la extensión de hielo era de 7 millones de km2. En poco más de 30 años, la extensión del casquete helado ártico se ha reducido más de la mitad, y buena parte de esa reducción ha sido además en la última década. Este proceso se ve aumentado porque los hielos y la nieve reflejan el calor, mientras la tierra negra o el mar oscuro de las zonas polares absorben más el calor. Si en el polo hay cada vez menos hielo y más tierra y zonas de mar, el polo absorberá más calor, acelarándose el proceso de calentamiento y el deshielo.
El casquete helado del Polo Norte se extiende por enormes extensiones del océano Glaciar Ártico. |
El Polo Norte en verano está marcado por el deshielo, proliferan los bloques de hielo flotantes y las lagunas en la superficie helada. |
Gracias al deshielo en verano, la circulación de barcos a través de las aguas del océano Glaciar Ártico se ha visto beneficiada, posibilitando incluso los viajes turísticos, que desde Rusia hacia el Polo Norte se han multiplicado en la última década: todos los años varios viajes conducen a miles de turistas hasta el Polo Norte geográfico a través de rompehielos que surcan una capa de hielo cada vez más pequeña. Todo comenzó desde que el legendario rompehielos Arktika alcanzó el Polo Norte geográfico en 1977, siendo el primer buque de superficie en hacerlo.
El rompehielos nuclear ruso Arktika en aguas del Ártico. Fue el primer buque de superficie en alcanzar el Polo Norte en 1977. |
Los viajes turísticos hasta el Polo Norte se han multiplicado en los últimos
años, viéndose favorecidos por el creciente deshielo. El rompehielos
"50 let Pobedy" en el Polo Norte geográfico.
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Los osos polares en peligro
Un ecosistema tan hostil y frío como el del Ártico resulta, sin embargo, el hogar de muchas especies de animales y de algunos grupos humanos, seres adaptados a la vida en un clima extremo. Cualquier cambio en el clima puede resultar fatal para ellos. Entre las especies más características, y también más sensibles a los cambios, se encuentra el oso polar, el mayor oso del planeta. Su zona de extensión son las áreas cercanas al Polo Norte (no existen en la Antártida), donde está sufriendo un deterioro de sus condiciones de vida según los hielos se retiran y su hábitat natural se modifica.
Los osos polares deambulan durante largas jornadas por el hielo marino del Ártico, buscan entre los agujeros o grietas, tratando de cazar peces y sobre todo focas o pequeñas ballenas belugas. Desde el hielo marino flotante tienen ventaja para la caza, especialmente sobre animales marinos que como la foca o la beluga tienen que salir a la superficie a respirar porque son mamíferos. Al desaparecer los hielos los osos pierden su zona natural de caza. En los mares abiertos resulta muy dificil cazar especies como las focas, ágiles y rápidas nadadoras, su presa favorita. En el verano ártico, los bloques de hielos son cada vez menores en muchas zonas, y quedan muy separados unos de otros, con frecuencia tienen que desplazarse entre ellos y nadar largas distancias, sino quieren quedar aislados en pequeñas islas o iceberg, sin el alimento necesario. Pero esas distancias son cada vez mayores y, aunque son excelentes nadadores, muchos terminan muriendo ahogados, especialmente las pequeñas crías que acompañan a las hembras.
Habría que añadir que se trata de animales adaptados al frío extremo, del que están protegidos por su enorme capa de grasa, soportando hasta 50 grados bajo cero. El calor no les viene nada bien y les afecta negativamente. Para colmo, al aumentar la temperatura, los osos pardos de zonas más templadas suben hacia el norte y terminan mezclándose con los osos polares, surgiendo individuos híbridos, lo que puede acelera su extinción como especie. Por otro lado, conforme aumenta su hambre algunos osos polares se acercan cada vez más a las zonas pobladas, lo que aumenta los recelos de los seres humanos, que los cazan por su potencial peligro (así ocurre en Groenlandia, Canadá o las islas Svalvard de Noruega).
En la actualidad el oso polar ha sido añadido a la lista de especies en peligro de extinción y en algunas zonas como la bahía de Hudson (Canadá) su población total ha disminuido un 22 por ciento.
En la actualidad el oso polar ha sido añadido a la lista de especies en peligro de extinción y en algunas zonas como la bahía de Hudson (Canadá) su población total ha disminuido un 22 por ciento.
Para acercarnos al conocimiento de todo lo relacionado con el osopolar, así como para profundizar en el impacto que el cambio climático está produciendo en su hábitat y formas de vida se puede consultar la siguiente web: www.osopolarpedia.com
El oso polar se desplaza largas distancias en busca de alimento, caminando en el hielo o nadando en el agua. |
Un oso descansa sobre un pequeño bloque de hielo a la deriva. |
Una familia de osos devora su presa favorita, la foca anillada. |
Los inuit frente al calentamiento global
Otro de los grandes afectados por el calentamiento del Polo Norte son los pueblos del Ártico (unos 400.000 habitantes): los sami o lapones en Europa, los pueblos siberianos (nenets, yakutos, evenki, chukchi, etc.) en Asia, pero especialmente los inuit de América del Norte, los mal llamados "esquimales", nombre despectivo utilizados por otros pueblos americanos y después por el hombre blanco, que significa literalmente "comedores de carne cruda". Son unos 150.000 y se hayan repartidos por Groenlandia, costa e islas del norte de Canadá, zonas costeras del norte y oeste de Alaska y una pequeña porción en el extremo oriental de Siberia. El inuit es un hombre adaptado al frío, tradicionalmente se cubría con un anorak hecho de piel de caribú, desplazándose con trineos tirados por perros en sus expediciones de caza y pesca, en las que se protegía temporalmente en iglús, refugios construidos de bloques de nieve, que conservaban la temperatura. Hoy muchos viven en asentamientos estables con viviendas confortables hechas de materiales modernos, utilizan motonieves, visten ropas que ya no son de caribú y viven del turismo, del sector público o los servicios. Pero siguen practicando la caza y la pesca, parte esencial de su vida y complemento económico importante, manteniendo muchas de sus tradiciones ancestrales.
El calentamiento global ha hecho más dificil la vida de los inuit, éstos, como el oso polar, están adaptados al frio intenso, a la vida en el hielo y la nieve. Pero hoy les resulta difícil mantener sus tradiciones y formas de vida. El actual aumento de la temperatura dificulta sus expediciones de caza, pues muchos mueren al caer en el agua mientras buscan focas u osos polares, debido a que la capa de hielo es cada vez más delgada y sus vehículos y trineos sufren accidentes en las cacerías. Las comunicaciones por trineo se hacen más difíciles durante más tiempo, porque la tundra permanece deshelada más tiempo. Tienen más dificultades para encontrar sus piezas clásicas, porque los osos polares y las focas se están viendo afectados por el cambio climático. Especies como la trucha y otros peces de agua dulce, parte de su dieta en verano sufren también el impacto del cambio y además los caribús se encuentran más delgados y menos saludables. El ambiente más cálido puede traer también nuevos insectos y nuevas enfermedades antes desconocidas.
Además se han multiplicado los desastres naturales, pues el deshielo ha dejado las zonas costeras, donde suelen vivir, mucho más expuestas a las tormentas y los procesos erosivos, viéndose muchas poblaciones costeras afectadas. Además las tormentas de nieve y viento son cada vez más inesperadas y frecuentes. Antes eran mucho más predecibles, hace décadas los inuit tenían la seguridad de su duración, entre cuatro o cinco días, luego volvía el buen tiempo. Hoy surgen repentinamente y no pueden saber cuanto duran, con los riesgos que eso entraña para las expediciones de caza y los desplazamientos. Los inuit más viejos dicen que el tiempo se ha vuelto "uggianaaqtuq", algo así como "un amigo de toda la vida que empieza a comportarse de forma extraña".
Los inuit han vivido tradicionalmente de la caza. Cazador acechando en torno a los huecos en el hielo, utilizados por las focas como respiraderos. |
Pequeñas poblaciones coloristas, habitadas mayoritariamente por inuits, salpican la abrupta costa de Groenlandia. |
El iglú era un tradicional refugio temporal construido por los inuit durante sus expediciones de caza. |
Primeras décadas del siglo XX. Inuits construyendo un iglú. Se utilizaban bloques de nieve, un material aislante. |
Interior de un iglú inuit a principios del siglo XX. |
Los estudiosos, no obstante, consideran que también puede haber repercusiones positivas del deshielo ártico, por lo menos a corto plazo. En efecto, el deshielo del permafrost (el suelo de la tundra permanece helado en profundidad durante todo el año y solo se deshiela una capa superficial) podría facilitar el avance de los bosques hacia el norte, creándose así nuevas fuentes de ingresos y empleos. Nuevas especies de caza y peces de agua dulce, de ecosistemas menos fríos, se desplazarían hacia el norte, las bayas proliferarían y la agricultura podría desarrollarse en las nuevas tierras desheladas. Asimismo, podrían abrirse nuevas vías de navegación, como la del paso del Noroeste entre las islas del norte de Canadá, lo que permitiría la comunicación más rápida entre Europa y Asia, convirtiéndose en una ruta alternativa a la del Canal de Suez o el Canal de Panamá. Los abundantes recursos naturales de la zona podrían ser explotados sin dificultades, la extracción de petróleo y gas se veria facilitada y podrían formarse nuevos bancos de pesca. Eso podría permitir el surgimiento de estados inuits: la independencia de Groenlandia respecto de Dinamarca, hoy cada vez más cercana, y quizás el surgimiento de aspiraciones nacionalistas en Nunavut, territorio autónomo de los inuit de Canadá.
ESTOS VIDEOS NOS MUESTRAN ANIMACIONES que permiten observar los cambios en el casquete polar a lo largo del tiempo, percibiéndose un apreciable retroceso en la masa helada, especialmente en el momento de su nivel mínimo del año, en torno al final del verano, a mediados de septiembre.