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sábado, 4 de febrero de 2012

El asedio de Numancia: Resistencia frente a Roma



Tras derrotar a la ciudad rival de Cartago, Roma se convirtió en la principal potencia del Mediterráneo, lo que le permitió extender su imperio y dominar centenares de pueblos y tribus. Sin embargo, Numancia, una ciudad situada en el corazón de Hispania, fue capaz de mantener en jaque al mayor ejército de la antigüedad y los romanos solo pudieron acabar con ella tras veinte años de ataques y asedios. Todo ello la convirtió en un símbolo de la resistencia indomable, de los que prefieren la muerte a la pérdida de la libertad. Antes de rendirse, murieron de hambre y lucharon y al ser conquistados muchos se suicidaron en masa. Si se convirtieron en un símbolo es porque los propios romanos quedaron impresionados y de hecho sus cronistas e historiadores la nombraron continuamente y la citaron como ejemplo al respecto. Se trataba de ensalzar el valor del enemigo para dar más importancia a la victoria romana. Autores como Apiano se admiraron del "amor a la libertad" de sus pobladores y destacaron su tenaz resistencia frente a las legiones romanas. También el historiador Floro equiparó Numancia con las más grandes ciudades por su valor y fama. El mismo Plinio el Viejo y también Estrabón nos relataron el drama de la ciudad. En la actualidad tal percepción sigue vigente, como lo demuestra el uso generalizado del concepto de "numantino" en el deporte o en la guerra cuando hacemos referencia a la resistencia cerrada frente al enemigo.
El yacimiento arqueológico de Numancia, a pocos kilómetros de la ciudad de Soria es el mejor conservado de Celtiberia y el que más información respecto a sus pobladores nos ha ofrecido. También por su leyenda ha sido el más estudiado y hoy con vistas al turismo ha sido reconstruido parcialmente. Así se ha hecho con algunas casas y con la muralla de varios metros de grosor que existía, construida de sillares y adobe, y con torres de madera. En el yacimiento se superponen dos ciudades, la celtíbera y la romana, construida sobre la primera, de la que quedan también restos y vestigios.


Fragmento reconstruido de la muralla celtíbera de Numancia.

Una vivienda celtíbera reconstruida en  la ciudad de Numancia

Los celtíberos eran unos pueblos y tribus que se extendían en el entorno del Sistema Ibérico -ver mapa inicial-. Ofrecieron una fuerte resistencia a los romanos, que desde las costas del Mediterráneo avanzaban hacia el interior de Hispania. La república romana libró tres guerras para someter a estos pueblos en los siglo II y I a.c. En la Segunda Guerra Celtíbera, librada entre los años 153 a.c. y 133 a.c., dos de las ciudades más importantes de los celtíberos, Numancia y Segeda, se enfrentaron con la poderosa Roma.
Veinticinco años antes, en la Primera Guerra Celtíbera, las ciudades celtíberas habían sido derrotadas y se sometieron al poder de Roma. Los tratados establecidos prohibieron a los celtíberos construir ciudades amuralladas, así que cuando Segeda decidió ampliar su recinto amurallado, los romanos reaccionaron y avanzaron sobre la población. Entonces, los segedenses huyeron y se refugiaron en la ciudad hermana de Numancia. Poco después segedenses y numantinos derrotaban a las legiones romanas ante el estupor de Roma. A partir de ese momento y durante veinte años (153-133 a.c.) los numantinos fueron los grandes rivales del imperio romano, sobre todo tras la caída de Cartago en el 146 a.c. La ciudad fue asediada y atacada sucesivamente por distintos ejércitos que siempre fueron derrotados. Los cercos no resultaron eficaces ni totales y el clima resultó un aliado, pues en esas tierras altas sorianas el invierno era largo y frío. Asentados en los campamentos desde los que se asediaba y atacaba Numancia, los legionarios romanos pasaron todo tipo de penalidades. Muchos murieron de frío, otros afectados por la disentería y otras enfermedades. Los romanos hicieron tratados que después traicionaron y buscaron enemistar a los numantinos con otras tribus y ciudades celtíberas. Pero siempre fracaron.

Legionario romano

Infantería legionaria en pleno ataque

Sin embargo, a partir del año 134 a.c., el conquistador de Cartago y el más prestigioso general romano, Publio Cornelio Escipión, se puso al frente del ejército que intentaba someter la ciudad. Lo primero que hizo fue reorganizar las legiones e imponer una férrea disciplina en un ejército desorganizado y desentrenado. Tras veinte años de derrotas y fracasos, los legionarios estaban desmotivados y abatidos. La degeneración de la vida militar condujo a campamentos ocupados por prostitutas, mercaderes y adivinos. Se cambió el régimen de alimentación de los legionarios, más austero, y se sometió a la tropa a un duro entrenamiento. Igualmente se les obligó a continuas guardias y duros trabajos físicos en la construcción de empalizadas y zanjas para el asedio.
Con decenas de miles de legionarios bien preparados para un largo asedio se presentó ante la muralla de la ciudad a finales del verano del 134 a.c. Le acompañaban historiadores y escritores. Escipión levantó en torno a la ciudad un muro de piedra y tierra de varios kilómetros, con dos metros y medio de espesor y tres de alto, con un foso de medidas similares para envolverla como una cinturón impenetrable. Cada treinta metros se construyeron torres de madera de varios pisos de altura, en cada una de las cuales se instaló un sistema de señales -con banderas rojas de día y con antorchas de noche- para comunicar con rapidez todo lo que aconteciera. En los puntos estratégicos del perímetro se ubicaron siete campamentos donde se acuartelaron las tropas. Escipión decidió cerrar el río Duero, único punto de contacto de la ciudad con el exterior, lo que perjudicó enormemente la resistencia de los numantinos.
Los cercados confiaron en que los romanos se retirarían cuando el invierno debilitara su moral y sus defensas, pero no ocurrió. Consiguieron mandar mensajeros rompiendo el duro cerco a otras ciudades celtíberas, que no les apoyaron. Sin la ayuda exterior estaban condenados.


El cerco de Numancia tenía una muralla y siete campamentos estables

El asedio de la ciudad celtíbera de Numancia se prolongó por un amplio espacio de tiempo. La proporción entre asediantes y asediados era claramente desfavorable para los numantinos. Se calcula que el ejército romano alcanzaba los 25.000 soldados, mientras la población asediada se calcula en unos 8.000-10.000 hombres. Escipión se negó a negociar la paz y exigió la rendición. Entonces la mayoría de los numantinos decidió suicidarse antes que caer en manos de los romanos o morir de hambre. Los historiadores romanos cuentan, con tremendo dramatismo, como los padres dieron muerte con sus espadas a sus hijos y esposas antes de suicidarse. Los que no murieron se entregaron a Escipión. Su imagen impactó a los romanos. Los supervivientes parecían salir del mismísimo infierno: Cabellos largos y sucios, harapos cubriendo los cuerpos, olor a pobredumbre, ojos enrojecidos, labios cortados y llenos de llagas, dientes mellados y amarillentos, uñas largas. Pero lo que más impresionó a los romanos fue la penetrante mirada de los numantinos, cargada de rencor, que transmitía un odio eterno a Roma. 
Esa trágica rendición fue representada en este cuadro de Alejo Mera, convertido en un ejemplo de pintura histórica, naturalista y romántica. Fue pintado en 1880 y titulado "Los últimos días de Numancia". 

              

Los heridos y enfermos fueron eliminados y el resto se vendió como los esclavos. La ciudad fue arrasada y saqueada completamente. Escipión se guardó cincuenta hombres con los que se presentó en Roma para demostrar su victoria y celebrar su triunfo. La destrucción de Numancia terminó con las guerras celtíbéricas, que habían supuesto unos enormes gastos para el estado romano. Numancia que había sido arrasada, permanecería deshabitada hasta comienzos del Imperio. En el siglo siguiente Roma, imparable en sus conquistas, se convirtió en el mayor imperio que hasta entonces se había conocido en toda la Tierra.
En este excelente vídeo se recrea con una animación en tres dimensiones todo el proceso de conquista y resistencia de la ciudad de Numancia. Resulta riguroso y entretenido por lo que lo recomiendo.
                               

                                    

2 comentarios:

  1. sublime la acción de estos ciudadanos ejemplar no hay palabras..

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  2. Excelente artículo. La incapacidad de negociar una salida aceptable para las partes conduce a guerras y matanzas, que los historiadores presentan "heroicas" para justificarlas...

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