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viernes, 30 de noviembre de 2012

El castaño común europeo. El castañar de Montánchez y su transformación a lo largo del año.


Bosque de castaños en Castañar de Ibor (Cáceres). La ruta de los Castaños de la Calabaza ofrece durante el otoño
paisajes de una belleza insuperable.






El castaño pertenece a la familia de las fagáceas, igual que los robles o las hayas. Como éstos, es un árbol caducifolio que necesita un apreciable grado de humedad (más de 600 lm/2 de precipitación anual y exigencia de algunas lluvias en verano), aunque los suelos deben estar bien drenados y no encharcados. Prefieren lugares frescos y abrigados, umbrias donde es menor la evaporación, este es el caso del castañar de montanchez, del que nos vamos acupar en esta entrada. Estas exigencias de humedad hacen que en la españa mediterránea se asiente solo en zonas montañosas, como en el caso de las montañas del norte de extremadura donde abunda. Por el contrario en las zonas de clima oceánico como el norte peninsular o el oeste de Francia, puede llegar al nivel del mar.
Aparece en forma de individuos aislados o pequeños bosquetes, con frecuencia asociado a los bosques de robles melojos, ya que se extienden por las mismas zonas. También encontramos bosques grandes en los que son la especie dominante y que por lo general proceden de antiguos cultivos de castaños para obtener frutos -castañas- o madera.
Prefiere suelos silíceos como los del oeste penínsular (ver mapa de Europa) y son muy longevos, llegando a vivir cientos de años. Se trata de un árbol corpulento que puede desarrollar una copa ancha y redondeada. Supera con frecuencia los 20 metros y puede alcanzar los 35 metros. El tronco es corto y grueso en los ejemplares cultivados para obtener castañas y más largo y delgado en los árboles silvestres.
Es un árbol propio de zonas templadas del Hemisferio Norte, que con distintas especies se extiende en Asia por Japón y China y en América por el este y el sur de Estados Unidos. En Europa se desarrolla la especie Castanea sativa Mill o castaño común, que se extiende al sur, desde el Cáucaso y las costas del Mar Negro en Turquía, hasta Italia, España y Francia, los países con mayor extensión de castaño. En España está presente en la Cornisa Cantábrica, especialmente en Asturias, pero también en Galicia, Euzkadi y Navarra. En la vertiente sur de la Cordillera Cantábrica lo encontramos en los Montes de León y el Bierzo leonés. Es muy importante en las estribaciones salamantina y extremeña del Sistema Central. Más al sur aparece en Sierra como las Villuercas cacereña, y en Andalucía en la Sierra de Aracena, Ronda o Sierra Nevada. Existen pequeños bosquetes en las islas canarias y es abundante en el norte de Cataluña (Girona).






Existe una "leyenda urbana" que asegura que el castaño fue introducido en Península Ibérica por el Imperio Romano, no en vano el castaño gozaba y goza hoy de una amplia extensión por Italia y es conocido el valor que los antiguos romanos daban a su fruto, la castaña. Parece claro por los restos de polen y carbón encontrados en la Península, que su existencia en nuestras tierras en muy anterior. Lo si parece claro es que el imperio romano favoreció su expansión por todo el Mediterráneo. En todo caso el castaño estuvo siempre ligado al cultivo y la mayoría de los bosques actuales proceden de la asilvestración de cultivos abandonados a partir del siglo XVI o XVII.
Y es que el castaño siempre tuvo una explotación intensa producto del uso alimenticio de su fruto, la castaña (se presenta agrupadoa de tres en tres dentro de una cápsula endurecida y armada con espinas), empleada por los campesinos como alimento de fuerte carga energética, aunque también se utilizaba para alimentar a los animales domésticos, sobre todo cerdos. La llegada de la patata americana la desplazó de la dieta del oeste y norte español, lo que permitió el abandono de las explotaciones y el aumento de los bosques. Actualmente la castaña vuelve con fuerza, hay dulces y platos novedosos, pero la principal explotación es la maderera, favorecida por el rápido crecimiento del castaño y las características de su madera, muy valorada para fabricar muebles, entarimados de madera o instrumentos musicales -antaño era la madera más utlizada por los campesinos para fabricar su mobiliario-. En Extremadura, donde el castaño está presente en las zonas montañosas de la provincia de Cáceres a partir de los 600 metros, existen ejemplos de estos dos aprovechamientos: por un lado estaría la explotacion maderera de los castañares de Hervás, por otro los cultivos de castaños en las Villuercas, especialmente en el valle de Navezuelas.

Cultivo de Castaños en Navezuelas, Sierra de las Villuercas ( Cáceres).

El castaño ocupa hoy el 1% de la superficie arbolada española, aproximadamente unas 130.000 ha. En la actualidad está en retroceso, en parte por el desarrollo de enfermedades como la tinta del castaño y el chancro del castaño, producidas ambas por hongos, en parte también por el abandono de las actividades rurales y agrícolas.

Los castaños de la Calabaza se hayan en el término de Castañar de
 Ibor. Están entre los castaños más viejos de la Península Ibérica.

EL CASTAÑAR DE MONTÁNCHEZ

En esta entrada nos proponemos hacer un pequeño viaje por la evolución de un bosque caducifolio a través de las distintas estaciones. Los árboles de hoja caduca se asientan en zonas templadas y pierden la hoja en otoño, entre noviembre y diciembre, para volver a reverdecer a lo largo de la primavera, en abril. En nuestra tierra predominan las especies propias del bosque mediterráneo como la encina y el alcornoque, que tienen la hoja perenne. Aunque el madroño, la higuera y algunas especies de bosque de ribera nos permiten disfrutar de los colores del otoño, la desnudez del invierno o el renacer de la primavera, en general nuestros bosques y dehesas son inmunes a esos cambios. Sin embargo, nuestras montañas, con más precipitaciones y temperaturas más suaves en verano, contienen importantes bosques de especies de hoja caduca como el roble o el castaño que nos permiten disfrutar con toda intensidad de los cambios de estación. Hemos elegido el pequeño y coqueto castañar de Montánchez para observar la evolución del bosque caducifolio a través del año. Un bosque de árboles jóvenes, en el que no existen ejemplares viejos, de centenares de años, que si encontramos en otras zonas como las Villuercas -en Castañar de Ibor los Castaños de la Calabaza- o el valle del Ambroz -Castaños del Temblar en Segura de Toro-. El castañar de Montánchez se dispone longitudinalmente a lo largo de una estrecha franja boscosa de entre 200 y 400 m. de ancho y no más de 2 km. de largo, en una zona muy próxima al pueblo. Se haya situado a una altura aproximada de 800 m., en la umbría del pico Montánchez, en unas sierras donde el castaño es una excepción y donde predomina el alcornoque y el roble. Si vemos la imagen satélite de Google map observamos una mancha verde al sureste de la localidad de Montánchez, ese es el castañar.



                              
Ver mapa más grande


VERANO EN EL CASTAÑAR DE MONTÁNCHEZ

Un caluroso día de finales de julio se tomaban estas imágenes. El exceso de luz de la mediodía, marca los tonos especialmente brillantes de las fotos. Eran las 13:00 h. de la mediodía y el calor veraniego empezaba a apretar con fuerza, también en Montánchez. El termómetro del coche marcaba en torno a 3Oº de temperatura, y ese dia se superarian los 35º unas horas más tarde. El tórrido verano extremeño se nos mostraba con toda su crudeza, en cielos despejados y pastos que amarilleaban en los suelos, pero a lo lejos se veía la mancha de un verde intenso del castañar, situado en las proximidades de la población. Cuando, siguiendo la ruta establecida, entrábamos en el bosque, la umbría nos protegía del intenso sol, penetrábamos en un mundo nuevo marcado por los brillos de las hojas iluminadas y por la penumbra y el frescor que nos proporcionaba la densa arboleda.

En primer término viñas y alcornoques entre hermosos muros de piedra.
Al fondo, con un verde intenso, el bosque de castaños.
La densidad del bosque crea un microclima marcado por el frescor
 y la humedad.
Los helechos cubren los suelos del castañar.

La intensidad de la luz del mediodía veraniego contras-
ta penumbra que envuelve el interior del castañar.

EL OTOÑO EN EL CASTAÑAR DE MONTÁNCHEZ

A mediados de noviembre el bosque de castaños de Montánchez, como cualquier bosque caducifolio, se había transformado por completo. Hacía ya semanas que las lluvias del otoño habían cambiado el paisaje cercano: los pastos verdes, la hierba fresca y el musgo en los muros de piedra, nos mostraban la intensa humedad existentes en el ambiente, pero ahora el bosque de castaños se habia transformado en una llamarada de tonos ocres, amarillentos y rojizos, que suponían un deleite absoluto para nuestros ojos. A lo lejos se percibía ya la belleza del castañar otoñado, más si cabe en medio de la encantadora penumbra de un día de lluvia. Las fotos se hacen bajo una intensa lluvia, aunque no se perciba, una lluvia que disminuía al entrar en el bosque, que se convertía en un formidable paraguas y nos sobrecogía con el ruido de la lluvia sobre el dosel de hojas. En el otoño, la majestuosidad el castaño, aunque sea joven, su solemnidad y su luminosidad alcanza las máximas cotas.


En primer término, verdes prados y muros teñidos del verde del musgo.
Al fondo, el castañar de Montánchez.
La riqueza de tonos -ocres, anaranjados, rojizos y amarillentos-  invade el
bosque durante el otoño.

La inconfundible belleza y colorido del castañar durante el otoño.

Un mar de hojas cubre lo suelos del castañar en noviembre.

Entre los castaños crecen algunos alcornoques .

EL INVIERNO EN EL CASTAÑAR DE MONTÁNCHEZ

Los árboles caducifolios de clima templado como el castaño pierden sus hojas y pasan todo el invierno desprovisto de su follaje, adaptándose así a las condiciones climáticas más desfavorables de la estación. Las copas desnudas ya no protegen al caminante de las lluvias intensas o de los rayos solares. Y esto es lo más llamativo del bosque en invierno, su desnudez permite la penetración fácil de los rayos del sol y el bosque tiene un intensa luminosidad que contrasta con la penumbra de épocas más soleadas como la primavera o el verano. Es un lugar irreconocible, en el que podemos observar el cielo azul, inundados por la luz abundante de las tardes de finales de febrero. 

Al fondo, el bosque de castaños desnudo de follaje.

Desprovistos de hojas los castaños muestra mejor sus finos troncos,
 propios de los árboles jóvenes y no cultivados.
Las copas desnudas de los castaños permiten la penetración
 abundante de la luz solar durante el invierno.  

Los escasos alcornoques que crecen en el castañar dan una nota
 discordante, con su copa exhuberante, entre la desnudez de los castaños.



LA PRIMAVERA EN EL CASTAÑAR DE MONTÁNCHEZ

La primavera sienta muy bien a los castañares en particular y a los bosques caducifolios en general. Las hojas tiernas que nacen parecen devolver a los árboles a la vida después del invierno y son de un verde intenso, que brilla con fuerza a la luz de un sol primaveral. A principios de mayo recorro el castañar de Montánchez en un día apacible y soleado. La primavera ha tardado en llegar y las lluvias han sido intensas durante marzo y buena parte de abril, así que el paisaje está esplendoroso. Algunos años, si la sequía es fuerte, el campo extremeño ya en mayo nos muestra, incluso en las montañas, señales de la proximidad del estío, pero este año la hierba crece por doquier y las flores lo inundan todo. El dosel de hojas característico del bosque de castaños vuelve a imponer de nuevo y poco a poco la penumbra a los caminos del castañar, que pronto quedarán cubiertos por completo de un techo natural de verdes hojas. El castaño es más tardío a la hora de reverdecer que el roble, dominante en las umbrías de las Sierra de Montánchez, pero a principios de mayo ya está en pleno esplendor .

Al fondo el verde intenso del castañar en primavera. En primer término
los campos floridos teñidos de los más diversos tonos.
Al fondo el castañar de Montánchez. En primer término las viñas, en las
que surgen también las primeras hojas de un verde intenso.

El sol ilumina con fuerza el intenso verde de las hojas tiernas del castaño.

A principios de mayo el castañar va recobrando su frondosidad habitual.

El castañar parece volver a la vida en primavera.

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