BLOG DE JOSÉ ANTONIO DONCEL DOMÍNGUEZ (I.E.S. LUIS CHAMIZO, DON BENITO, BADAJOZ)

viernes, 4 de septiembre de 2015

La aventura del "Glorioso", un navío de línea español del siglo XVIII. HOMENAJE A ÍÑIGO.

El Glorioso entabla su último combate con el navío inglés Russell. Pintura de Carlos Parrilla Penagos.

ESTO NO ES UNA ENTRADA COMO LAS DEMÁS. Ni siquiera estaba prevista. Realmente es un sincero HOMENAJE A UN JOVEN SEGUIDOR DE ESTE BLOG, ÍÑIGO, amante de la historia e hijo de un buen compañero y todavía mejor persona. Desgraciadamente hoy ya no está con nosotros. Él buceaba de vez en cuando en este humilde blog y me consta que disfrutaba con algunas de sus entradas. Le encantaban especialmente las dedicadas a la historia naval del siglo XVIII, por eso he decidido volver sobre el tema para analizar la increíble aventura de un navío de línea español, el Glorioso, en la mitad del siglo. Sé que el tema le encantaría. No soy creyente, no tengo fe en otras vidas, pero si creo que los seres humanos perviven, cuando ya no están, en el corazón y el recuerdo de las personas que les quieren. Estoy seguro que desde el corazón de sus padres, Íñigo disfrutará conociendo la singladura de este barco, digna de la más increíble novela de aventuras.

Pedro Mesía de la Cerda y el Glorioso

Pedro Mesía de la Cerda.
Pedro Mesía de la Cerda había nacido en Córdoba en 1700. Tuvo una vida larga y longeva para su época, muriendo a los 83 años de edad. De ascendencia nobiliaria, fue oficial de la Real Armada y término siendo Virrey en la América colonial. Así pues, su periplo vital estuvo marcado por una destacada carrera militar y política, que sin embargo, hubiera pasado desapercibida para el gran público si no es porque en el ecuador de su vida protagonizó toda una hazaña naval, que lo catapultó a los altares de la historia militar española y lo ha terminado convirtiendo en un icono del más reciente nacionalismo español, obsesionado por encontrar héroes en medio de la implacable decadencia que desde el siglo XVII hasta el XIX conoció el Imperio español.
Cercana la mitad del siglo XVIII, Mesía comandaba como capitán de navío un buque de línea español, el Glorioso, botado en 1740 y construido en los astilleros de La Habana, ya por entonces los más importantes de la corona española. Por entonces, en este astillero se utilizaban maderas nobles americanas, de inmejorable calidad. que daban valor a los nuevos buques, construidos según el sistema del marino y ingeniero naval Antonio Gaztañeta. Partiendo de sus modelos, que sirvieron de base para la construcción naval hasta mediados de siglo, se fabricaron en la época barcos que se resultaban maniobrables y de gran calidad. Dichos buques eran pieza clave en el proceso de rearme naval que los borbones habían iniciado desde su llegada al poder y cuya finalidad era recuperar el control de las rutas del Atlántico frente a los ingleses. La construcción del Glorioso fue dirigida por Juan de Acosta, que durante muchos años trabajó como constructor en el astillero de la Habana. En 1738 recibió el encargo de construir una fragata y dos navíos de línea de similares características, el Invencible y el Glorioso. Se trataba de navíos de 70 cañones y dos cubiertas. Por su tamaño y capacidad artillera, se encontraban entre los navíos de línea más pequeños y también más comunes en la mayoría de las flotas, entre 70 y 80 cañones. Con todo, su tamaño y potencia de fuego era mucho mayor que la de otros barcos más ligeros como las fragatas o los bergantines. El Glorioso, como la mayoría de los navíos de guerra españoles, tenía también un nombre religioso, que en este caso era el de San Ignacio de Loyola. Su construcción se prolongaría excesivamente en el tiempo hasta 1740, debido a las dificultades presupuestarias y al aumento de los costes respecto al proyecto inicial. Desde el primer momento, tras su botadura, el barco fue empleado en la custodia y traslado de caudales desde América hasta la Península Ibérica.


Como se puede suponer, cuando Pedro Mesía alcanza el mando del Glorioso, había acumulado una dilatada experiencia, iniciada desde se incorporación a la Real Armada como guardiamarina en 1717. Participó en los años siguientes en algunas expediciones militares, como la batalla del cabo Pessaro en el contexto de la Guerra de la Cuádruple Alianza, que enfrentó a Felipe V con el resto de las potencias europeas. Ascendido primero a alférez y después a teniente de fragata, participó en expediciones militares en el Canal de la Mancha, el norte de África e Italia. Como capitán de fragata navegó por las rutas del Atlántico y América, alcanzando la culminación de su carrera como marino al ser ascendido a capitán de navío y tomar así el mando del Glorioso. Fue bajo su autoridad, en 1747, cuando dicho buque protagonizó su particular periplo. El barco acabó destruido y su capitán fue hecho prisionero. Volvió más tarde a España, donde fue ensalzado como héroe, siendo ascendido a jefe de escuadra, continuando su carrera militar hasta su nombramiento como teniente general. La culminación de su carrera llegaría con su nombramiento como Virrey de Nueva Granada en 1760, durante el reinado de Carlos III, en cuyo cargo permanecería hasta 1772.

La carrera del Glorioso

Puerto de La Habana en 1739. F: Wikipedia.
La singladura del Glorioso se desarrolla en el contexto de la Guerra de Sucesión Austriaca, en la que se vio envuelta casi toda Europa y que se prolongó entre 1740 y 1748, momento en que se firma el Tratado de Aquisgrán, que pone fin al conflicto. En el contexto americano ese enfrentamiento se tradujo en la llamada Guerra del Asiento o Guerra de la Oreja de Jenkins, en la que Gran Bretaña y España se disputaban el control del comercio con América. Dicha guerra se desarrolló en el Atlántico y especialmente en el Caribe e involucró especialmente a las flotas de las dos potencias. La España del momento, en guerra, necesitaba imperiosamente la plata americana, que sin embargo, era motivo de codicia por parte de la flota inglesa, generalmente apostada en torno a la ruta de los barcos españoles para su interceptación. No olvidemos la importancia del botín para los barcos ingleses, muchos de ellos corsarios, que ambicionaban encontrar jugosas presas para repartirse su preciado cargamento. Se apostaban a lo largo de la ruta seguida por los barcos españoles, en las islas del Caribe, en las islas Azores, en la costa gallega o la costa de Portugal, especialmente en el cabo San Vicente.  Uno de esos barcos fue el Glorioso, cuya azarosa aventura se inició en 1747 en el mismo puerto donde había sido construido años atrás. En la Habana carga en sus bodegas un enorme caudal formado por cuatro millones de pesos de plata que debían ser trasladados a la Península.

El Glorioso en el puerto de La Habana antes de partir. Pintura de A. Vallespín.


Tras salir de América, el Glorioso llegaba a la altura de las islas Azores a finales de julio, momento en que es interceptado por varios barcos de guerra británicos, entre ellos un navío de 60 cañones, el Warwick, y dos barcos menores, la fragata Lark y un bergantín. Los tres barcos se ocupaban de la custodia y protección de un convoy comercial, pero el comodoro John Crooksanks, al mando de la flota, no podía despreciar las grandes posibilidades de botín que le ofrecía el barco español y se lanzó a su caza. Los tres barcos británicos eran inferiores al español, pero juntos concentraban más piezas de artillería y el esfuerzo merecía la pena. La fragata, más ligera y rápida, pero con menos potencial de fuego, alcanzó al barco español, que se defendió con fiereza y la hundió en plena noche. Poco tiempo después, sería el Warwick el que alcanzaba al navío hispano, pero el Glorioso se defendió bien y dañó seriamente sus palos y velamen, lo que impidió al barco inglés seguir su cacería. Tras las sucesivas refriegas, el navío español acumuló daños nada desdeñables, pero su capacidad de navegación no se vio muy afectada, ya que muchos de los desperfectos se podían reparar en alta mar. 

A la altura de las Azores, el Glorioso  inicia una carrera huyendo de la persecución de varios barcos ingleses,
 el  navío Warwick, una fragata y un bergantín. Pintura de A. Vallespin.


Con el objetivo de alcanzar la Península Ibérica el barco mantuvo un ritmo frenético y a mediados de agosto se hallaba frente a las ansiadas costas gallegas. Sin embargo, la proximidad de la costa española, lejos de dar seguridad, implicaba la posible aparición de nuevos peligros. Los navíos ingleses solían navegar con frecuencia por la zona con el objetivo de encontrar algún barco que asaltar procedente de América. El peligro se hizo realidad cuando una escuadra británica de cuatro buques apareció ante el navío español. Se repetía la historia, los ingleses contaban con barcos más pequeños pero en global sus superioridad era aplastante: el navío Oxford, de 60 cañones, la fragata Soreham y el bergantín Falcon contaban todos ellos con un tercio más de potencia de fuego. Los tres buques se lanzaron sobre el español simultáneamente y éste se batió duramente durante horas con sus enemigos, a los que infringió un severo castigo y causó graves daños. Él por su parte fue machacado en la popa, perdió el bauprés y vio dañado parte del velamen, pero pudo escapar y entrar en el pequeño puerto de Corcubión el 16 de agosto. Allí desembarcó la plata americana, cumpliendo con su misión.

El Glorioso se enfrenta a un barco inglés frente a las costas de Finisterre, Pintura de Augusto Ferrer Dalmau
 que ha servido de portada al libro "El Glorioso" de Agustín Pacheco Fernández.

Ría de Corcubión. El cabo de Finisterre al fondo.


Vicealmirante John Byng.
La necesidad de ser reparado en profundidad, algo que no se podía hacer en aquel puerto, lo condujo de nuevo al mar, en dirección al Ferrol, pero el viento le impidió tomar dicho rumbo y se dirigió entonces al sur, hacia Cádiz. Dicho itinerario era realmente peligroso, por la fuerte presencia de la marina británica en las costas portuguesas. Aunque trató de alejarse de las zonas costeras, en octubre de 1747 y a la altura del cabo San Vicente, el Glorioso se encontraba con la flota del vicealmirante John Byng, formada por un total de 10 barcos. Curiosamente, Byng sería diez años después fusilado, no por los hechos que ahora narramos, sino por su responsabilidad en la pérdida de la isla de Menorca frente a los ejércitos franceses en 1756. Al intentar huir, cuatro rápidas fragatas salieron en su busca y le dieron alcance. El navío español inutilizó a una de ellas, pero las otras tres lo castigaron con dureza durante horas hasta que llegó el primer navío inglés, el Darmouth, de 50 cañones. Para entonces, el Glorioso estaba seriamente dañado, pero aún fue capaz de disparar sus cañones con fuerza contra el buque inglés, que fue alcanzado en la santabárbara, lo que le hizo saltar por los aires, provocando la muerte de la mayor parte de su tripulación.
Sin embargo, la llegada posterior del Russell, un barco de 80 cañones, más lento y pesado, pero también más artillado, resultaría determinante en el desenlace del combate. Su mayor capacidad de fuego y los enormes desperfectos sufridos por el barco español, pusieron a éste en clara desventaja, sobre todo teniendo en cuenta que las tres fragatas inglesas aún continuaban combatiendo contra él. La lucha se prolongó durante toda una noche, hasta que sin munición y con la mitad de la tripulación muerta y herida, el barco arriababa la bandera y se rendía. La captura del Glorioso había costado demasiado cara a la Royal Navy, sobre todo teniendo en cuenta que los británicos no encontraron en su interior los tesoros que esperaban. Su tripulación y oficiales fue tratada con respeto, como las leyes de la guerra naval exigían, y el Glorioso fue remolcado hasta Lisboa, con el objetivo de repararlo y ponerlo al servicio de Inglaterra, algo que se solía hacer con los barcos apresados. Sin embargo, ni siquiera eso fue posible, los daños elevados obligaron a su desguace. El barco nunca volvió a navegar, pero sobre todo, nunca lo hizo con un pabellón que no fuera el español, lo que le otorgó aún una mayor aureola heroica. Este hecho, junto a la destrucción de dos buques británicos y la inutilización de otros muchos, así como al hecho que terminara su misión y descargara sus caudales de plata, le convirtió en un icono patriótico ya en su época.

El Glorioso es rodeado por los británicos y castigado por el navío Russel y dos fragatas. Pintura de Augusto Ferrer Dalmau.

"The capture of  the Glorioso", óleo del pintor británico Charles Brooking (1723-59). Pintado en 1747, se halla en el Museo Marítimo Nacional de Greenwich. En primer término aparece el barco español cañoneándose con el Russell. Al fondo, en llamas, el Darmouth. En segundo plano, tres fragatas inglesas.













La gesta del glorioso: un hito del patriotismo hispano

El periplo del Glorioso tuvo una gran repercusión en la España de la época, ensalzado como una demostración de valentía frente al tradicional enemigo británico. El propio Cadalso lo nombraba en sus Cartas Marruecas y de forma recurrente se volvió a él en los siglos sucesivos, con el objetivo de recalcar el valor y la furia de los marinos y soldados españoles. Hoy, en medio del esfuerzo de algunos por recuperar las glorias patrias, el Glorioso se ha convertido en todo un símbolo. Sin embargo, no nos engañemos, para desgracia del ejército de patrioteros que hoy campan a sus anchas por la cultura española (entre ellos el insigne escritor Arturo Pérez Reverte), el Glorioso era más una excepción que una norma. En la mitad del siglo XVIII, España contaba con excelentes barcos y buenos oficiales, pero los navíos sufrían un pésimo mantenimiento, las tripulaciones carecían de experiencia y preparación y el bagaje en el mar era muy reducido, con muy pocas jornadas de navegación. Por todo ello, la mayoría de nuestros navíos de guerra eran muy poco operativos. Es evidente que éste no era el caso del Glorioso. Aquellos que ensalzan su hazaña remarcan la enventualidad de que el navío se tuvo que enfrentar de forma sucesiva a varios barcos enemigos y que siempre estuvo en inferioridad numérica, también reivindican el hecho de que en la mayoría de los enfrentamientos tuvo que combatir con daños relevantes que limitaban su capacidad de navegación y combate. Todo eso es verdad. Sin embargo, también es verdad, y con frecuencia no se destaca, el hecho de que el Glorioso nunca se enfrentó en toda su singladura con un barco de igual o superior porte, tripulación y capacidad artillera, salvo en el momento de su derrota final, ante el navío inglés Russell, de 80 cañones. Tampoco se destaca un hecho importante, y es que el Glorioso siempre contó con una ventaja respecto a los barcos británicos que le asaltaban. Estos querían apoderarse del barco, no destruirlo, por lo que evitaron en la medida de lo posible disparar sobre su casco o provocar daños irreparables que le condujeran al hundimiento. El objetivo no era la victoria militar sobre un navío enemigo, sino el saqueo de sus tesoros y metales preciosos, no se podía correr el riesgo de perder el preciado botín y el barco debía rendirse sin ser hundido. De ahí que los británicos centraran la mayor parte de su fuego sobre palos y velas, intentando a toda costa inmovilizarlo. Sin embargo, el Glorioso, empecinado en huir a toda costa, disparaba al velamen con la intención de inmovilizar a los perseguidores y que cejaran en la persecución o disminuyeran la velocidad, pero a la vez no desdeñaba, cuando llegaba el momento del combate cuerpo a cuerpo, el disparar con contundencia sobre el casco de los barcos enemigos, buscando su hundimiento.
Al contrario que la mayoría de los que han tratado este tema en internet, el autor de esta entrada no ha recreado el periplo del Glorioso con la intención de buscar superhombres y recrear sus gestas. Nunca he buceado en la historia buscando héroes. Pero, cuando sin buscarlos, los he encontrado, por que los hay y existen, son de otro tipo y de otro calibre, nada que ver con hombres como Pedro Mesía de la Cerda, y desde luego muy lejanos a los que demandan los nacionalismos de todo signo, que hoy y siempre se adentran en la historia a la búsqueda incansable de ejemplos a seguir.

sábado, 30 de mayo de 2015

La taiga: presentación PREZI sobre el bosque boreal.


Iniciamos esta entrada con MI PRESENTACIÓN PREZI sobre la TAIGA, que nos permite visualizar de manera dinámica la realidad actual de los bosques boreales del hemisferio norte, una de las grandes reservas forestales del planeta.



Situación y clima

La taiga es un término ruso que hace referencia a la espesura del bosque deshabitado y hoy es utilizado para denominar a los inmensos bosques boreales que se extienden, en el hemisferio norte, por debajo de las zonas frías más próximas al polo. Estos bosques forman un formidable cinturón verde que se extiende por regiones de latitud norte, entre los 50º y los 60º o 65º, según las zonas. Así. en Alaska o Escandinavia y determinadas zonas de Rusia, la taiga alcanza el círculo polar ártico, en otras como la bahía de Hudson de Canadá se halla muy por debajo de éste. Se trata de la zona boscosa más extensa del planeta que cubre enormes áreas de Canadá y Alaska en América, de Escandinavia y el norte de la Rusia europea en Europa, así como de buena parte de Siberia en Asia, alcanzando finalmente el Pacífico.

Extensión territorial de la taiga.


Los bosques boreales se extienden a lo largo de la franja más fría y elevada en latitud de la zona templada, una franja terrestre casi inexistente en el hemisferio sur, donde correspondería con áreas oceánicas. El clima es templado porque hay meses con medias superiores a 10º y existe el verano como tal, pero las temperaturas pueden ser especialmente gélidas durante el largo invierno, más bajas incluso que en latitudes más elevadas. Al norte, la taiga daría paso a la tundra, según entremos en áreas dominadas por el clima frío subpolar y nos aproximemos a los polos. Al sur, el espacio de la taiga se extiende por zonas más cálidas y con veranos más largos, lo que conlleva un clima más suave. En las zonas más continentales y secas, con menos precipitaciones, el paisaje da lugar a estepas y praderas y más al sur a desiertos. Es el caso de las estepas de kazakistán o Mongolia, al sur de Siberia, o de las praderas canadienses. En las zonas costeras, con una influencia oceánica mayor, las temperaturas son más suaves, la oscilación térmica menor y la humedad creciente, lo que daría paso a bosques mixtos y más tarde a bosques caducifolios templados. Un ejemplo son las costas canadienses, las orientales y atlánticas de Quebec o las occidentales y pacíficas de la Columbia Británica. Este es el caso, también, de las costas noruegas en Escandinavia o las montañas de Sijote Alín en la costa oriental de Siberia.

Bosque mixto de New Brunswick (oeste de Canadá) en otoño.
Bosque mixto en las montañas de Sijote Alin, Siberia oriental.

El clima de taiga es un clima templado continental, marcado especialmente por la existencia de inviernos largos y extremadamente fríos, lo que provoca una elevada amplitud térmica. Existen más de seis meses con temperaturas medias por debajo de 0ºC y la temperatura media del invierno ronda los -30ºC. Las mínimas absolutas pueden llegar a ser increíbles, alcanzando valores solo superados por la Antártida. Así ocurre en algunas zonas de Norteamérica como Yukón o el interior de Alaska, cuyas temperaturas han rozado en alguna ocasión los -60ºC, pero sobre todo en el corazón de Siberia, en la República rusa de Sajá, donde las temperaturas han alcanzando el récord de los casi -70ºC (Verjoiansk) o incluso los han superado en alguna ocasión (Oimiakon).

El largo y duro invierno condiciona el normal desarrollo de la vegetación y la fauna en la taiga.
La población siberiana de Oimiakon es el lugar habitado más frío de la Tierra. En ella se han alcanzado los -71ºC.
El periodo favorable al desarrollo y crecimiento de las plantas es bastante reducido y está en cuatro meses o menos. El período cálido es corto y tibio, superándose los 10º de temperatura media varios meses, lo que permite que se hable de un auténtico verano, reduciéndose el permasfrost y permitiendo el desarrollo de los bosques. Conforme descendemos en latitud, el verano cobra más fuerza y en muchas zonas se pueden sobrepasar los 25ºC grados o incluso los 30ºC,  con medias mensuales en torno a 19ºC o 20ºC. Es precisamente en verano cuando se concentra el mayor porcentaje de precipitaciones, lo que suele traducirse en veranos húmedos. De todos modos, las precipitaciones totales son generalmente moderadas y no suelen superar los 450 mm, aunque aumentan en las zonas más próximas al litoral. Sin embargo, son suficientes porque la evaporación es escasa la mayor´parte del año y cuando ésta aumenta es también cuando más llueve, lo que mitiga sus efectos y nos da un balance positivo. En invierno las precipitaciones son escasas y siempre en forma de nieve, una nieve que por lo general cubre el bosque como un manto durante buena parte del año.

En verano el ambiente de la taiga resulta húmedo. Es en esa época donde se concentran la mayoría de las precipitaciones.
Climograma de la ciudad siberiana de Novosibirsk.

La taiga es uno de los lugares donde más se está evidenciando el cambio climático, lo que puede terminar rompiendo el delicado equilibrio ecológico de la zona. Las crecientes sequías y los veranos cada vez más calurosos y prolongados, están cambiando las condiciones de vida y poniendo en peligro el ecosistema. Los fuegos se multiplican durante el estío y resultan difíciles de dominar, teniendo en cuenta la escasa población y la inmensidad de los bosques. Los veranos excesivamente calurosos están además detrás del aumento de las plagas por la proliferación excesiva de los insectos y la interrupción del normal desarrollo de los árboles. 

Foto satélite. Incendios forestales en Siberia durante el verano de 2012.

Vegetación y fauna

La taiga ocupa por lo general suelos pobres en los que el frío impide la correcta humificación y descomposición de los restos vegetales, que resulta muy lenta. A ello habría que añadir la pervivencia, aunque reducida, del permafrost, que limita el desarrollo de las plantas.
Por otro lado, las hojas aciculadas de las coníferas, la principal vegetación, se descomponen con dificultad y cuando lo hacen acidifican el suelo, pues liberan ácidos. A su vez, esta acidez del suelo favorece el desarrollo de las propias coníferas, que son árboles resistentes que se adaptan con facilidad a tales suelos y que son las absolutas dominadoras del paisaje de la taiga. En este sentido, es evidente la limitada biodiversidad del bosque de la taiga, que contrasta con la gran diversidad de especies vegetales o animales del otro gran ecosistema boscoso del planeta, la selva ecuatorial. Abundan sobre todo las coníferas de la familia Pinaceae, en la que se incluyen géneros como el pinus, larix, abies o picea. La mayoría de los árboles de la taiga se encuadran en alguno de estos cuatro géneros.
Las coníferas se denominan así porque la mayoría lleva las semillas en estructuras especializadas llamadas conos o piñas. Los conos protegen a los óvulos y después a las semillas, facilitando la polinización y la dispersión. Sus hojas son aciculares, en forma de aguja, tratándose en general de árboles de hoja perenne, salvo la excepción del genero larix, que siendo conífera, es caducifolio. Se trata de árboles de tronco recto y alto.
En la taiga europea predomina claramente el abeto rojo (picea abies), realmente una picea a la que también se le llama falso abeto, y el pino silvestre. Cuando se avanza hacia el este y nos adentramos en Siberia aparecen los alerces y los pinos siberianos. En América se desarrollan diversas especies de pinos y abetos que conviven con grandes bosques de piceas como la picea negra (picea mariana) que se extiende desde Alaska a Terranova. 
En general, se trata de árboles con estructura piramidal que les permite repartir el peso de la nieve en invierno, impidiendo su acumulación excesiva, y a la vez captar la radiación solar en verano. Sus acículas les permiten, por lo general, aprovechar la luz existente y acelerar su actividad vegetativa en el breve periodo que va desde la primavera hasta el otoño. En invierno los árboles entran en una etapa de parón vegetativo en la que se reduce su actividad al mínimo y sus acículas se endurecen y pierden su color verde para resistir las bajas temperaturas. En primavera reverdecen y se vuelven tiernas de nuevo. La pobreza de los suelos, la falta de luz y la existencia en las coníferas de un sistema de raíces superficial y potente que absorbe el agua disponible, dificulta el desarrollo de un sotobosque importante.
Conforme avanzamos hacia latitudes más al sur, la taiga se mezcla con especies caducifolias, algunas de las cuales son frecuentes en el bosque boreal, es el caso del abedul. Es además, en dichas latitudes, donde las coníferas alcanzan su mayor densidad y tamaño, debido a la existencia de mejores condiciones para su crecimiento.

El abedul es un árbol caducifolio bien adaptado a los rigores de la taiga.
Bosque de alerces en Siberia. Se trata de una conífera caducifolia.
Picea negra o Picea mariana.
Abeto rojo o falso abeto (Picea abies).




















Respecto a la tundra, la fauna de la taiga es más rica, al existir más recursos alimenticios disponibles. En los densos bosques encuentran su hábitat multitud de hervíboros entre los que destacan los cérvidos como el alce o el reno. Estos últimos han sido domesticados en Escandinavia y Rusia, donde se convirtieron en la base vital de pueblos de cultura nómada, como los lapones, los evenki o los nenets.  Abundan igualmente los roedores como liebres, ratones (lemmings) o ardillas como la ardilla roja, que se extiende desde el oriente de Siberia hasta Escandinavia. La profusión de insectos y mosquitos es enorme en el corto verano, lo que atrae a una gran cantidad de aves que los tienen como principal alimento. La mayoría de los pájaros se trasladan y migran a la taiga en el estío, para abandonarla con la llegada del duro y prolongado invierno. Son importantes las especies de aves nocturnas, de búhos y lechuzas, algunas de gran tamaño. Sin embargo, escasean los reptiles y anfibios, para los que el bosque boreal resulta un medio díficil debido al prolongado y duro invierno y el corto verano, lo que supone un obstáculo para unos animales que necesitan condiciones ambientales muy específicas para regular su temperatura corporal. Entre los depredadores destacan linces, zorros y por supuesto, osos: el oso negro americano y el asiático, y el oso pardo, que incluye al monumental Grizzly, una subespecie de oso pardo de gran tamaño que se halla en el oeste de Canadá y Alaska. Sin embargo, el gran depredador de la taiga es el lobo, que en sus bosques escasamente habitados encuentra uno de sus últimos grandes reductos. Apenas queda rastro del otro gran depredador de la taiga, el tigre siberiano. En peligro de extinción, se trata de la subespecie de tigre que alcanza mayor tamaño, y que antaño se extendió hasta el norte de Manchuria y el lago Baikal, Los últimos de su especie sobreviven en las bellísimas montañas de Sijote Alín, en el confín oriental de Rusia.  
El oso pardo Grizzly habita en el noroeste de América del Norte.
El tigre siberiano está adaptado a la dureza del invierno en la taiga. Hoy en vías de extinción, subsiste en los bosques de Sijote Alín (Extremo oriente de Rusia).
El alce es el mayor cérvido del planeta.
Los lobos tienen en los bosques de la taiga su último gran reducto.
La increíble belleza del lince canadiense.

El hombre y la taiga

La taiga ha sido siempre una zona poco poblada, con bajas densidades de población, que sin embargo, ha estado habitada desde hace miles de años por pueblos adaptados al frío extremo y a la vida en el bosque, comunidades humanas que en ocasiones también se han extendido por los espacios de la tundra. En Europa nos referimos a pueblos como los komi, asentados en el extremo nororiental de la Rusia europea, o los lapones, asentados en el norte de Escandinavia y Finlandia. Estos últimos domesticaron al reno, que se convirtió en su principal sustento y medio de transporte. En Siberia encontramos otros pueblos que también basaron su supervivencia en los rebaños de renos, es el caso de los nenets, pueblo nómada asentado a un lado y otro de los Urales, al noreste de Rusia y al oeste de Siberia, y los evenki, llamados tunguses por los rusos, que ocupan un enorme territorio siberiano de más 2,5 millones de km2 que va desde la tundra hasta Mongolia. En el corazón de Siberia, en la zona más fría, viven los sajá, denominados por los rusos yakutos. En las proximidades de Mongolia, en el extremo sur de la taiga siberiana, existen pueblos emparentados con los mongoles y también budistas como ellos, como los Buriatos, la más numerosa de las minorías indígenas siberiana. Entre los pueblos siberianos predominan las lenguas altaicas, ya sean de raíz turca como la de los sajá, del grupo tungús-manchú como la de los evenki, o mongólica como la de los buriatos.
Algunos de estos pueblos se han visto fuertemente impregnados por la modernidad, algo evidente en el caso de los lapones que habitan los países escandinavos, pero otros han conservado mejor su cultura, como ocurre con pueblos siberianos como los nenets. Estos se han visto influenciados por el cristianismo, aunque han mantenido en muchos casos sus prácticas chamánicas y amnimistas, así como sus formas de vida nómadas y fuertemente vinculadas a los ritmos de la naturaleza. La época soviética, aunque se respetó la lengua de estas comunidades y se les dio autonomía con la creación de repúblicas autónomas, supuso un duro golpe para sus formas de vida tradicionales, viviéndose un intenso proceso de rusificación. El nacimiento de ciudades en sus territorios y la explotación de sus recursos mineros y energéticos terminó afectando a sus comunidades ancestrales.
En América, la taiga esta poblada por pueblos de cultura y lengua algonquina en la parte oriental de Canadá, (ojibwa, cree, etc.), mientras el noroeste de Canadá y el centro-sur de Alaska se haya habitado por pueblos atabascanos como los slave o los dogrib. En territorio canadiense cuentan con reservas territoriales y ayudas estatales, favorecidas por el alto nivel de desarrollo del país. Aún así, su retroceso poblacional y su decadencia cultural resultan imparables, ante el avance implacable de las nuevas formas de vida.
Los nenets han convertido al reno en su principal medio de vida.
Familia evenki en la primera mitad del siglo XX.
Danza cree durante un festival folklórico. Canadá.
En los últimos siglos, son muchos los cambios que se han producido en la población de la taiga. Hoy la mayoría de sus habitantes, tanto en Rusia como en Norteamérica, son blancos de origen europeo y viven en asentamientos urbanos, mientras las antiguos pobladores se han convertido en minoría en su propia tierra. Y ha sido el hombre blanco el que realmente ha transformado el paisaje de la taiga, hasta incluso poner en peligro su equilibrio. Los rusos penetraron en Siberia a partir del siglo XVI y XVII  y la exploraron y colonizaron a lo largo de los siglos XVIII y XIX. Sin embargo, sería a partir del inicio del siglo XX, con la construcción del tren transiberiano, cuando se dio inicio a la explotación sistemática de sus recursos naturales. Los ingleses y franceses, en el siglo XVII y sobre todo en el XVIII y XIX, penetraron hacia el interior de la taiga canadiense. La punta de lanza de tal expansión fue la explotación de sus recursos naturales, que atrajo primero a tramperos, comerciantes de pieles y madereros, y después, en el siglo XIX, a buscadores de oro que llegaron en oleadas a Alaska o a los territorios canadienses de Yukón o el río Fraser.
A pesar de ello, la dureza del clima ha mantenido hasta hace muy poco a la taiga como una zona poco poblada, permaneciendo en su mayoría casi virgen y sus recursos casi inalterados. En los últimos setenta años eso ha cambiado dramáticamente, y el hombre blanco ha saqueado los bosques boreales, poniendo en peligro su delicado equilibrio ecológico. La sobrecaza ha afectado a algunas especies, lo que resulta dramático en el caso del tigre siberiano, en peligro de extinción. Más importante es la sobreexplotación de sus bosques. Son éstos la  fuente principal de madera del mundo, poblados como están por especies de especial importancia para la industria maderera. Las coníferas dominantes, de la familia de las Pinaceae, son usadas en la construcción, en la producción de papel, en la creación de postes de cerco y teléfono, en la elaboración de muebles o instrumentos musicales.

Explotación forestal en el río Bikin, afluente del Ussuri, Siberia oriental.
Sin embargo, el gran peligro de la taiga es el desarrollo de una potente minería extractiva de petróleo y gas, recursos muy abundantes, y sobre todo de minerales pesados como el plomo o el niquel, La industria pesada, metalúrgica y química, asociada a esos minerales, sería un gran foco de contaminación, a las que habría que añadir los vertidos incontrolados por el mal mantenimiento de oleoductos y tuberías en los centros de extracción de hidrocarburos. Esto es especialmente evidente en amplias zonas de la Rusia europea como la República de komi o la península de Kola, o en extensas áreas de Siberia, donde el desastre ecológico es la norma, afectando gravemente a las aguas, la tierra y el aire, y en consecuencia a las formas de vida de los pueblos indígenas. Un caso paradigmático es la región de Janti.Mansi, en el occidente siberiano, productora de la mayoría del petróleo ruso. En las cercanías de la ciudad de Nizhnevartvosk se haya el campo petrolífero de Somotlor, el mayor de toda Rusia, que ha permitido la pujanza y desarrollo de la zona. Sin embargo, los niveles de contaminación se han disparado en la zona, proliferando los escapes de petróleo que contaminan los bosques cercanos. Nizhnevartvosk no es una excepción: algunas de las ciudades más contaminadas de Rusia se hallan en la taiga, es el caso de Dzherzinsk, Angarsk, Cherepovets, Asbest o Novokuznetsk.

  • Torre de extracción petrolífera. Salym (Siberia occidental).

  • Vertido de petróleo en el yacimiento de Somotlor, cerca de la ciudad de Nizhnevartvosk (Siberia occidental).
    Diferente, solo en parte, es el caso de Canadá y Alaska (EE.UU). Son países muy desarrollados, con altos niveles de vida y de concienciación medioambiental. La explotación de los recursos naturales y mineros es clave en la economía canadiense o de Alaska, pero se hace con muchos más reparos hacia el medio ambiente, que implican también fuertes inversiones para paliar el impacto medioambiental. Un ejemplo es el oleoducto Trans-alaska, que recorre de norte a sur el territorio estadounidense, conduciendo el petróleo desde los yacimientos de la costa norte, en la bahía Prudhoe, hasta el puerto de Valdez, en el sur. Aún así, también en Norteamérica la taiga sufre grandes desastres ecológicos. En agosto de 2014 se registró el mayor desastre minero de la historia de Canadá, cuando colapsó el dique de la mina Mount Polley, situada en la Columbia Británica, y de la que se extrae cobre, oro y plata. La rotura de la presa derramó 15 millones de metros cúbicos de aguas residuales, lodos y metales pesados (plomo arsénico y mercurio), que se vertieron al arroyo Hazeltine, que desemboca en el lago Quesnel. El desastre afectó seriamente a aguas superficiales y subterráneas, prohibiéndose su consumo por los pobladores locales, y dañando seriamente la producción de salmón en la zona.

  • El oleoducto Trans-alaska recorre de norte a sur Alaska. desde la bahía de Prudhoe hasta el puerto de Valdez.

  • La rotura en 2014 de la balsa de la mina de Mount Polley, en Canadá, provocó el vertido de gran cantidad de lodos y metales pesados.

    sábado, 28 de marzo de 2015

    El crack de 1929 y la Gran Depresión: la economía del período entreguerras.

    El pánico se hizo visible en las calles aledañas a Wall Street durante el Crack bursátil de octubre de 1929.
    El período entreguerras es una época que se desenvuelve entre la Primera Guerra Mundial y la Segunda Guerra Mundial y en la que Europa va a vivir una época de fuertes conflictos y tensiones, que a nivel económico vienen marcadas por el desarrollo de la crisis bursátil de 1929 y sus repercusiones posteriores, y a nivel político por la aparición y auge del fascismo. La evolución económica de este turbulento periodo nos sumerge en una época tan sugerente como convulsa, en la que se mezclan periodos de crisis y pesimismo y otros marcados por la expansión de la economía y el optimismo desaforado.  

    La crisis de la posguerra (1919-1923)

    A lo largo de la primera mitad de la década de 1920, Europa se ve sumergida en una profunda crisis como consecuencia de los efectos de la Primera Guerra Mundial. El desempleo era muy elevado, la inflación demasiado alta y la economía permanecía estancada, creciendo muy poco la producción industrial. Esta situación se debía a una serie de circunstancias, que incluían grandes pérdidas humanas, millones de hombres, así como los enormes destrozos materiales de la guerra, que habían sido especialmente importantes en algunos países como Francia. En el caso de Alemania, esta realidad se veía agravada por la pérdida de algunas de sus principales regiones industriales como Alsacia y Lorena, así como por la desaparición de su imperio colonial, pero también por el pago de fuertes indemnizaciones de guerra a los países vencedores. Todo ello lastraba gravemente su economía, llevando al país hacia la quiebra e imposibilitando la necesaria recuperación económica. Las tensiones sociales se acrecentaron enormemente y como prueba ello, se produjo el estallido de la revolución espartaquista en los meses siguientes a la capitulación de Alemania. La situación de los países vencedores, sin ser tan grave, no era mucho mejor, pues Francia e Inglaterra se encontraban fuertemente endeudados con Estados Unidos, que había sufragado los enormes gastos del conflicto bélico. Tal deuda no podía ser zanjada mientras no recibieran el pago de las indemnizaciones de guerra alemanas.
    La Alemania de la posguerra estuvo marcada por la carestía y la escasez. Una cola para intercambiar objetos por comida.
    Berlín en 1920. Matanza y descuartizamiento de un caballo en la calle.
    La escasez extrema. Una familia ante una salchicha.
    Karl Liebknecht fue confundador, con Rosa Luxemburgo, del K.P.D., el partido comunista alemán,  y fue asesinado tras el fracaso de la revolución espartaquista en 1919.
    Las calles de Berlín fueron el escenario de violentos enfrentamientos
     armados en enero de 1919, durante la revolución espartaquista.
    En 1923 esta situación llegaba al extremo. Alemania se encuentraba en una coyuntura catastrófica que le obligó a suspender el pago de las indemnizaciones de guerra. La respuesta francesa fue la ocupación militar de la zona industrial y minera del Rhur, la principal región industrial alemana. Al perder su zona más rica y productiva, Alemania llegó al colapso económico, produciéndose una hiperinflación. La subida tan fuerte de los precios condujo a la pérdida total de valor de la moneda.
    Se hacía necesario revisar la situación de Alemania. EE.UU. convertido en la primera potencia mundial, lanza entonces el denominado Plan Dawes, que pretendía recuperar la economía alemana con la intención de ponerla en condiciones de pagar a los franceses e ingleses, para que a su vez,éstos pudieran saldar sus deudas con Estados Unidos. Para ello se tomaron dos medidas: por un lado la reducción de las indemnizaciones que debía pagar Alemania a los vencedores, especialmente a Francia, por otro lado, la llegada masiva de inversiones y préstamos procedentes de Estados Unidos a Alemania y Austria, lo que permitiría a estos países recuperar el tejido industrial y económico y fortalecer su moneda.
    Tropas francesas en la ciudad de Essen durante la ocupación del Rhur.
    Un soldado francés frente a un civil alemán en Essen.
    La inflación redujo a la nada el valor del
     marco alemán. Los billetes no valían nada.
    La inflación afectaba duramente a los pensionista,
    era el caso de los mutilados de guerra.
    El presidente estadounidense Calvin Coolidge y Charles G Dawes, el primer director de la Oficina del Presupuesto de Estados Unidos.



    Los "felices años 20"  (1924-1929)

    A partir de 1922 se inicia en Estados Unidos una época de optimismo y crecimiento económico desaforado que permitió superar totalmente la crisis anterior. Esta época se caracterizó por un aumento de la producción y el consumo, la reducción del paro y el desarrollo de las relaciones comerciales. A partir de 1924 la euforia económica termina llegando a Europa, aunque lo hará en menor medida, afectando significativamente a países vencidos como Alemania. El país vive una intensa recuperación de su economía y una reducción del desempleo, a la vez que es integrado en los organismos internacionales, como la Sociedad de Naciones, gracias a la firma de los Acuerdos de Locarno en 1925, por los cuales Alemania aceptaba las nuevas fronteras de Europa occidental y se asentaba la paz en el Viejo Continente.

    Los acuerdos de Locarno abrieron el camino a la normalización de Europa y la integración de Alemania en el orden internacional.
    En los Estados Unidos, la intensa expansión económica se basara en un fuerte desarrollo tecnológico, que profundizaba en los avances de la segunda revolución industrial. La aplicación de las innovaciones técnicas a la industria supuso un aumento de la producción y la productividad, lo que derivó en un crecimiento de los beneficios empresariales. Un ejemplo es el sector automovilístico, uno de los puntales del crecimiento, donde Ford utilizó las cadenas de montaje y los principios del taylorismo con el objetivo de reducir costes y tiempos de producción.

    Cadena de montaje del modelo Ford T.
    El desarrollo tecnológico se vio aplicado también al consumo individual de bienes, lo que supuso la popularización de productos como el automóvil, el teléfono o los electrodomésticos. Surge así una sociedad de consumo, favorecida por el crédito fácil y el desarrollo de la venta a plazos, lo que permitió el acceso de amplias capas de la población a productos todavía caros. Todo ello favoreció el endeudamiento de las familias. En esta euforia consumista influyó el desarrollo de una publicidad que encontraba eco en los nuevos medios de comunicación de masas, como la radio y la prensa gráfica, en plena expansión durante la década -en 1929 existían 14 millones de radios en el país-. Se produjeron también importantes cambios en el ámbito de la cultura y las costumbres, con el desarrollo de una nueva cultura popular que incluía espectáculos de masas -cine, cabarets, competiciones deportivas- y nuevas corrientes musicales -jazz, blues, charleston-. En esta época, solo las capas más altas de las sociedades europeas pudieron emular esta forma de vida.

    En los años 20 se generalizaba la radio, que incorporaba altavoces y permitía prescindir de los auriculares. Esto posibilitaba la reunión de varias personas para escuchar sus emisiones. 
    Con la película "The jazz singer", estrenada en 1927 y protagonizada por Al Jonson, se inicia la era del cine sonoro..
    Se disparó el consumo de energía -electricidad y petróleo- y se produjo una enorme expansión del sector de la construcción, multiplicándose la construcción de infraestructuras de todo tipo. Proliferan en esta época los grandes rascacielos, convertidos en un símbolo de la opulencia del capitalismo de la época: en 1929 se terminaba el célebre edificio Chrysler y en 1931, ya en plena crisis, se finalizaba el Empire State.
    Vista del edificio Chrysler desde el edificio Empire State en construcción.
    Todo este proceso de expansión económica y desarrollo tecnológico condujo a una reducción enorme de las tasas de paro y un aumento importante del bienestar. Pero los cambios trajeron también nuevos hábitos y más libertad, lo que chocó con el puritanismo mas visceral de la cultura americana que reaccionaba ante la llegada masiva de inmigrantes con leyes antimigratorias más restrictivas y a las nuevas costumbres con la prohibición de la fabricación, comercialización y venta del alcohol, lo que condujo a la ley seca y a la época de esplendor del gansterismo, que se nutrió del contrabando de alcohol.
    La Ley Seca estuvo vigente en EE.UU. entre 1920 y 1933 y supuso la prohibición de la fabricación, comercio  y venta de alcohol.

    Crack bursátil de 1929

    La situación de crecimiento y optimismo económico de los años 20 se había basado sobre pilares nada saludables desde el punto de vista económico:
    - La superproducción: se produce más de lo que se consume. Durante la Primera Guerra Mundial los países no europeos habían desarrollado ciertos sectores industriales con el fin de sustitutir las importaciones europeas. Terminada la contienda, la producción europea y extraeuropea se sumaron, sin que paralelamente se produjera un aumento suficiente del consumo. Esta situación provocó un aumento de los stocks -sobrantes almacenados sin venderse-. A pesar de esta superproducción, los valores de la bolsa siguieron subiendo. Ello solo tenía una explicación, la conocida como inflación del crédito: se repartían altos beneficios porque los costos de producción se afrontaban a base de préstamos bancarios.
    - Especulación: Las inversiones no se orientaban hacia los sectores productivos, algo favorecido también por el incremento excesivo de los créditos. Se invierte para obtener dinero fácil y rápido, comprando en un momento dado para vender al poco tiempo por un precio más alto. De esta manera los precios subían de manera artificial muy por encima del valor real de las cosas. 
    La burbuja especulativa, surgida de esta manera, estalló repentinamente a finales de 1929. En septiembre de 1929 la bolsa de Wall Street empezó a dar muestras de estancamiento y a finales de octubre se produjo una violenta crisis bursátil. El 24 de octubre, llamado "viernes negro", 13 millones de acciones fueron lanzadas al mercado a bajo precio y no encuentraron comprador. El 29 de octubre son 16 millones de acciones los que afluyeron al mercado, aunque la demanda era prácticamente nula. El pánico había provocado la fiebre de ventas. En la primavera de 1930, cuando la situación parecía algo más estable, los bancos optaron por vender sus acciones. Ante la crisis, la mayoría de sus clientes habían retirado el dinero de sus cuentas bancarias, los bancos necesitaban líquido y para conseguirlo vendieron sus acciones, lo que provocó un nuevo pánico, contribuyendo el hundimiento de la bolsa. En los años siguientes las cotizaciones seguirían bajando.

    La prensa informaba del pánico en la bolsa de New York.
    Caos en Manhattan. El pánico bursátil de octubre de 1929 se proyectaba en las calles cercanas a Wall Street.



    La Gran Depresión (1930-1939)

    A lo largo de la década de 1930 se fueron haciendo cada más evidentes las consecuencias del crack bursátil. En EE.UU. se produjo la ruina masiva de los pequeños accionistas, que habían invertido todos sus ahorros en la bolsa. El sistema financiero quedó desarticulado en los años posteriores y muchos bancos presentaron suspensión de pagos. Quebraron muchas empresas, especialmente las débiles y frágiles, afectadas por la pérdida de beneficios y la eliminación de los préstamos bancarios. Se retrajeron las inversiones y se produjo un hundimiento del consumo. Ante las dificultades para vender los productos, se produjo un fuerte descenso de los precios. Todo ello provocó un aumento rápido de los niveles de paro, que en EE.UU pasó del 3% al 25% y se convirtió en una drama nacional.



    El paro se convirtió en los años 30 en un drama nacional en EE.UU.
    Esta imagen de la fotógrafa Dorothea Lang mostrando la dura vida de una madre jornalera y
     sus hijos se convirtió en el gran icono de la crisis de los años 30.
    Como en la crisis actual , los desahucios formaban parte de la vida cotidiana en la crisis de los años 30. 
    Una cola de parados durante la Gran
     Depresión. Miseria y desolación.
    Está clara la inspiración de este
     cartel de la administración de EE.UU.

















    Años 30. Parados haciendo cola para recibir una comida caliente.


    Comedor social durante la Gran Depresión.
    Brutal contraste entre el cartel que ensalza el modo de vida americanoy la cola de la asistencia social. La población negra, discriminada y poco formada, fue muy afectada por la crisis.
    En los grandes núcleos urbanos de EE.UU. proliferaron en los años 30 asentamientos de infraviviendas denominados Hooverville en "honor" al presidente Hoover, que gestionó pésimamente la crisis en sus inicios.


    En Europa la crisis llegó un poco más tarde. Después del crack bursátil, EE.UU redujo su actividad comercial con Europa y el comercio mundial se vino abajo. EE.UU. repatrió todos los capitales -préstamos e inversiones- que tenía en Europa. Esto tuvo un efecto brutal sobre las economías europeas, especialmente Alemania y Austria, donde EE.UU. había inyectado más dinero. En estos países se produjo un hundimiento dramático de la economía, con el consiguiente aumento del paro, que en Alemania alcanzó niveles desconocidos, y la aparición de fuertes tensiones sociales que implicaron el crecimiento de las organizaciones políticas comunistas y el vertiginoso ascenso del fascismo.
    Ante esta situación, los gobiernos desarrollaron políticas económicas que apostaban por la reducción de las importaciones para la favorecer la industria propia y las políticas de proteccionismo aduanero. Se optó por un fuerte intervencionismo del Estado en la economía, con el objetivo de reactivarla y proteger a las clases sociales más afectadas por la crisis. En general esto provocó el aumento y desarrollo de las empresas públicas. Esta situación se agudizó en los países fascistas, donde la intervención estatal buscó con aínco la autarquía, desarrollando activas políticas de rearme y obras públicas que consiguieron reducir el paro con rapidez.

    La fábrica Rehinmetall-Borsig de armamento en Düsseldorf. El rearme fue clave en la política de empleo del III Reich.
    Hitler desarrolló un ambicioso programa de obras públicas en la Alemania de los años 30 que incluyó la creación de una densa red de autopistas, las denominadas autobahn.
    Septiembre 1933, el Fúhrer realiza la primera palada de la primera autobahn. En enero había sido nombrado canciller de Alemania.
    El principal ejemplo de las políticas anticrisis fue el "New Deal", puesto en marcha en 1933 por el presidente F.D. Roosevelt. Buscaba la reactivación económica y de las empresas a partir de los postulados del economista John Maynard Keynes, que defendía el estímulo de la economía mediante el gasto presupuestario del Estado. El Estado actuaba sobre:
    - El consumo: se ayuda a los parados con subvenciones y subsidios, se ponen en marcha políticas para eliminar el desempleo (creación de obras públicas) y se potencia la subida general de los salarios. Todo ello con el objetivo de crear una gran masa de personas con poder de compra, permitiendo así aumentar el consumo. Con el aumento del consumo, subiría la producción y crecería la economía.
    - Los precios: trata de luchar contra la bajada de precios provocada por la crisis, manteniendo precios altos que permitieran a las empresas mantener los beneficios. Para ello se recurre a subvenciones estatales sobre las empresas.

    John Maynard Keynes.
    Franklin D. Roosevelt.
    La Works Progress Administration (W.P.A.) era la principal agencia creada en el marco del New Deal, su objetivo era dar empleo a través de la construcción de obras públicas a lo largo de todo el país.
    Desempleados estadounidenses trabajando en una obra en el marco del "USA Work Program", puesto en marcha por la W.P.A.

    En este VÍDEO se resumen las claves de la evolución económica del periodo entreguerras: