BLOG DE JOSÉ ANTONIO DONCEL DOMÍNGUEZ (I.E.S. LUIS CHAMIZO, DON BENITO, BADAJOZ)

viernes, 17 de febrero de 2012

El campo de concentración de Neuengamme y el dramático final del Cap Arcona

Un campo de concentración es un lugar de reclusión masiva de personas, sometidas a duras condiciones de confinamiento que vulneran sus mínimos derechos y que están marcadas generalmente por el maltrato, la inanición, el trabajo forzado y el asesinato. El nazismo nada más llegar al poder en 1933 inició la construcción de campos de concentración donde recluir a los disidentes políticos (especialmente socialistas y comunistas), a los miembros de otras razas susceptibles de eliminación (judíos, gitanos, etc.), a los testigos de Jehová y a homosexuales, todos ellos perfectamente identificados con un sistema de marcado. Con el tiempo esos campos adquirieron grandes dimensiones y de ellos se fue haciendo cargo las SS, la guardia de élite del estado nazi. El punto de partida para esta red de campos fue Dachau, surgido en 1933, y le seguirían otros cuyos nombres han quedado marcados en nuestro subsconcientes como sinónimos de barbarie: Sachsenhausen, Buchenwald o Mauthasen. Después de 1939, iniciada la guerra y con las nuevas necesidades de reclusión que suponían las enormes comunidades judías de los países del Este o los prisioneros de guerra, se abren nuevos campos -entre ellos el de Neuengamme- y se crea una red enorme, además de suponer la aparición de los grandes campos de exterminio en el este de Europa -ver mapa-, surgidos desde 1941, y cuyo objetivo iba mucho más allá del maltrato, el asesinato o el trabajo forzado, y suponía el exterminio masivo y rápido de una gran masa de personas, esencialmente judíos. Eran el eje de lo que se dio en llamar la "solución final", que acabaría definitivamente con "el problema judío", con la eliminación física masiva de todos los judíos de Europa. Son campos como Auschwitz o Treblinka, símbolos del horror. En dichos campos, el que no moría de hambre o enfermedad, era aniquilado con técnicas de exterminio masivo que incluyeron el uso del gas Ciclón B en cámaras de gas. Cientos de personas era gaseada de una vez y después incineradas en hornos crematorios.




El campo de Neuengamme

El campo de Neuengamme se crea en diciembre de 1938 en las cercanías de Hamburgo como un subcampo de Sachsenhausen. La transferencia de presos de este campo hacia el nuevo subcampo pretendía reabrir una antigua fábrica de ladrillos abandonada. Posteriormente fueron utilizados en otros menesteres, como la regulación de las orillas del río Elba o la construcción de canales. Sería a partir de junio de 1940, cuando al aumentar las necesidades del III Reich, se convirtió en un campo totalmente independiente. A partir de 1942 el campo amplió su radio de acción y aparecieron campos satélites o subcampos en zonas más o menos cercanas, cuyos presos proporcionaban mano de obra para fábricas de fibras sintéticas o se dedicaban a la limpieza de ruinas producidas por los ataques aéreos. Sin embargo, según avanzaba la guerra y escaseaba la mano de obra alemana, fueron cada vez más dedicados a las fábricas de armamentos.



En enero de 1945 había en el complejo de campos de Neuengamme unos 50.000 presos, 10.000 de ellos mujeres, distribuidos en 96 subcampos, 20 de los cuales se encontraban en Hamburgo. Durante toda su existencia pasaron por Neuengamme unos 106.000 prisioneros. De ellos casi un tercio eran prisioneros de guerra rusos, 34.000. Había también judíos, disidentes políticos y militantes de izquierda, homosexuales y testigos de Jehová. Más de 28 nacionalidades se mezclaban en sus barracones: Además de los rusos, los más numerosos eran los polacos, griegos, franceses, holandeses o alemanes, pero también había 750 españoles. Del total de presos que pasaron por el campo más de la mitad murió, unos 55.000 presos. El índice de mortalidad fue siempre muy alto y fue creciendo con el tiempo. En 1943 morían al mes más de 330 presos, un año después la mortandad estaba en 2.600 al mes, 84 al día. La mortalidad estaba relacionada con el maltrato sistemático de los presos, con las duras condiciones de trabajo y con las epidemias que se cebaban sobre el campo debido a las malas condiciones higiénicas y sanitarias, pero también con las crecientes condiciones de acinamiento y superpoblación del campo. Especialmente nocivo fue el tifus que en algunos momentos adquirió el carácter de severa epidemia, como ocurrió en diciembre de 1941, con la muerte de 1.600 presos. En las imágenes inferiores observamos a los presos trabajando, de todos modos en este video encontramos una interesante recopilación de fotografías del campo de Neuengamme.



Presos del campo de Neuengamme sometidos a trabajos forzados


El uso de presos era frecuente en determinadas obras públicas

Los testimonios que expongo son extraídos de la obra de Hermann Kaienburg "Exterminio a través del trabajo. El caso de Neuengamme". Muestran las durísimas condiciones de vida y trabajo de los presos. Un superviviente confesaba: "Los prisioneros teniamos que empujar unos carros cargados con piedras y arena, y eso a paso de carga. Aun así, los celadores de las SS nos golpeaban cuando pasábamos junto a ellos. Creo que hacían lo posible por debilitarnos". 
Y sobre la enfermería comentaba otro presidiario: "En cada cama había tres o cuatro, y a veces hasta cinco o seis hombres. Parece increíble, pero lo he visto con mis propios ojos. Estaban tumbados unos encima de otros. La mayoría no eran más que esqueletos y no necesitaban mucho espacio. No se movían, ya no tenían fuerzas para moverse. Muchos estaban ya muertos. Era un infierno, la antesala de la muerte, peor de lo que uno pueda imaginarse en sus fantasías más descabelladas".
El aumento de la mortandad con el hacinamiento cada vez mayor, hizo necesario la construcción de hornos crematorios en el mismo campo, que evitaran el traslado a Hamburgo de los prisioneros muertos. A finales de 1942 se construyó también una cámara de gas donde fueron asesinados con Ciclón B 450 prisioneros soviéticos.

Cámara de gas del campo de concentración de Neuengamme.
                                
En Neuengamme, igual que en otros campos, se realizaron experimentos médicos con los presos, utilizados como cobayas. Se experimentó con bacilos de tuberculosis sobre prisioneros. Y en 1944 se solicitó a Auschwitz 20 niños judíos con quién se experimentó, inoculando bacilos de tuberculosis en ellos. Con el objetivo de no dejar rastro de aquello, los niños, asistentes médicos y demás prisioneros testigos del sufrimiento fueron eliminados por la SS cuando los ingleses estaban muy cerca de Hamburgo.

El triste final: Muerte en el Cap Arcona

En la primavera de 1945 el final de la guerra se hallaba muy cerca. El 14 de abril Heinrich Himmler, jefe de las SS, había dado la orden de no dejar ningún preso con vida en los campos de concentración. Había que ocultar a toda costa las atrocidades cometidas. Las SS decidieron hacer desaparecer a todos los deportados, pero la eliminación física de los cuerpos en los mismos campos no era fácil y resultaba demasiado lenta. Se iniciaron entonces las llamadas "marchas de la muerte". Muchos campos fueron vaciados y los presos fueron conducidos lejos del frente, generalmente hacia el Báltico.
Cuando a finales de abril de 1945 los británicos se acercaban al campo de Neuengamme, las SS iniciaron su evacuación forzosa y la quema de sus archivos. Miles de presos habían sido transferidos ya al campo de Bergen-Belsen, en el que los británicos entraron el 15 de abril. Unos 10.000 presos iniciaron un desplazamiento masivo hacia el puerto de Lübeck. Como en el caso de otros campos, las llamadas "marchas de la muerte" se convirtieron en estos últimos días de la guerra en un medio más de aniquilación de los supervivientes de los campos, sometidos a marchas agotadoras y prolongadas en las peores condiciones. Muchos murieron en las cunetas de cansancio, de sed o hambre, con frecuencia los SS los ametrallaban o los asesinaban con un disparo. Sin embargo, en el caso de los presos de Neuengamme, lo original era el final que les esperaba. En un intento desesperado por eliminar toda prueba de la barbarie los nazis pretendían concentrarlos a bordo de algunos buques que debían ser hundidos en alta mar. Los cargueros Athens, Thielbeck y Deutschland, pero sobre todo el enorme transatlántico Cap Arcona fueron destinados a tal operación.
El Cap Arcona no era cualquier barco, se trataba de un gran transatlántico alemán de 27.571 toneladas de peso.. Botado en 1927, tenía una eslora de 206 metros. Con capacidad para 1.315 pasajeros, era el buque insignia de la compañía HSDG de Hamburgo. Con un cuidado lujo interior fue destinado en el periodo entreguerras a la línea entre Hamburgo y América del Sur, y en él cabían tanto pasajeros de clase alta como emigrantes. De hecho, y al hacer escala frecuente en el puerto de Vigo, condujo a muchos gallegos hacia los puertos de America del Sur. Con el inicio de la Segunda Guerra Mundial fue destinado al servicio de guerra y en 1944, con el avance de los soviéticos, como tantos otros barcos -por ejemplo el Gustloff-, fue destinado al transporte de soldados y civiles que huían del avance soviético. En abril de 1945 fondea en la bahía de Lübeck en mal estado, con algunas averías y daños.


El majestuoso Cap Arcona en puerto.
                                

El Cap Arcona poseía un lujoso interior.
                                  
Entre el 19 y el 30 de abril más de 11.000 deportados habían llegado a pie al puerto de Lübeck, incluido también algunos presos procedentes del campo de Stutthof, cercano a Danzing. El 20 de abril se inició el embarque. Cuando los oficiales al mando de los barcos se opusieron fueron amenazados con el fusilamiento. La Cruz Roja intentó negociar en vano la liberación de los presos con Himmler. El carguero Athens fue el encargado de trasladar al Cap Arcona y al Thielbeck a los deportados, fondeados a unos kilómetros de tierra.  En pocos días fueron transferidos más de siete mil presos. Junto a ellos iban centenares de oficiales de la SS y kapos, prisioneros jefes en los campos de concentración nazis. 


Deportadas en el Thielbeck.
En el caso del Cap Arcona para los prisioneros la visión resultó surrealista. Agotados tras las interminables caminatas, sucios y hambrientos, recorrieron los lujosos salones del buque. Luego fueron amontonados en los camarotes de los que se habian extraído los muebles. Pronto el barco se convirtió en un infierno. Todos los días morían alli 20 o 30 deportados. No había casi comida ni bebida y los guardias se ensañaban con los presos. El olor y el hacinamiento se convertían en insoportables incluso para los guardias SS, por lo que hubo que descongestionar el barco antes del trágico final. 
Para el 30 de abril el Athen había hecho su último viaje, y para entonces todos en los barcos sabían que Hitler se había suicidado. Los deportados franceses, gracias a un acuerdo con la Cruz Roja sueca, fueron rescatados. en un intento de los nazis de buscar la piedad de los vencedores. Pero a pesar de todo el plan seguía. El 3 de mayo los submarinos alemanes se preparan para atacar con torpedos los buques atestados de deportados. Apareció entonces una flotilla de cuatro escuadras de caza bombarderos británicos. Los nazis colocaron banderas blancas en us barcos militares, pero no en los barcos cargados de presos como el Cap Arcona, el Thielbeck y el Athen. Los británicos ametrallaron y bombardearon los dos primeros. La mayoría de los que no murieron en el bombardearon se ahogaron o fueron asesinados por los SS. Los que escaparon de los barcos murieron en el agua fría agarrados a lo que podían o ametrallados en sucesivas pasadas de los aviones ingleses. Solo el Athen permaneció indemne. Algunos náufragos fueron rescatados por pescadores alemanes, los demás murieron.


El Cap Arcona incendiado tras el bombardeo.


El Cap Arcona se hunde en el Báltico.

En este testimonio de un superviviente se registran los últimos momentos del Thielbeck una vez bombardeado: "Al pie de las escaleras presenciamos escenas violentísimas, que degeneraron en una auténtica batalla campal a medida que el agua llenaba la bodega. Yo había conseguido agarrarme a los barrotes de una de las escalerillas, pero arriba, en la cubierta, los SS arremetían contra los deportados que asomaban la cabeza y la caída de un grupo de aporreados me arrastró hacia el fondo de la bodega. Vi como se ahogaban varios amigos míos (...) Braceando desesperadamente conseguí acercarme de nuevo a una escalerilla y logré subir a cubierta, donde, con la ayuda de unos amigos, arrancamos varios maderos y se los arrojamos a nuestros compañeros que se debatían en la bodega inundada. Todavía hoy me pregunto cómo pude llegar hasta la cubierta.
El barco se hundía lentamente, algo escorado. Cerca de mí un SS se pegó un tiro. Veo a racimos de hombres tratando de asirse a todo lo que flotaba y a otros que trataban de alcanzar la costa, que se veía a lo lejos, a nado. Entonces me decido a arrojarme al agua. Logré asirme a una tabla al tiempo que volvían a pasar los aviones ingleses, que nos ametrallaron. Las balas repiqueteaban sobre el mar, muy cerca de mí, pero me salvé. Poco después empieza a llover y el mar se pica. A mi alrededor la gente va desapareciendo. Los pocos que habían logrado asirse a algo, extenuados, van soltando su flotador y desaparecen en el mar. Al llegar la noche, estuve a punto de soltar mi tabla varias veces. Me encontraba cansado y desmoralizado. De pronto, oí unas voces. Eran unos pescadores alemanes. Llevaban en su barca varios rusos y polacos, arrancados a la mar, y a mí también me salvaron ellos. Nos dejaron en la playa y yo me dormí como un bendito dentro de la barca".
Había 4.500 presos a bordo del Cap arcona y 2.800 en el Thielbeck, solo sobrevivieron 316 presos del Cap Arcona y 50 del Thielbeck, además de la totalidad de los 1.998 acinados en el athens.  En apenas media hora murieron cerca 7.000 presos.
Al día siguiente, las tropas británicas entraron en el campo de concentración de Neuengamme, completamente vacío, y los británicos recibían la rendicion de las tropas de Alemania del norte. Cuatro días más tarde, el 8 de mayo de 1945, la guerra terminaba en Europa.
El gobierno británico nunca hizo referencia al drama, no se hicieron homenajes, ni se resarció a las víctimas. No se hicieron solemnes discursos ni se compensó a nadie. Se hicieron fosas comunes a lo largo de la costa, aunque todavía veinte años después el mar siguía lanzando cadáveres sobre las playas. El monumento existente en honor a las víctimas fue realizado por los supervivientes, no lo construyó ningún gobierno. Los británicos cubrieron la tragedia de un tupido velo, sorprendidos ellos mismos de que sus aviones cumplieran con rapidez la misión que tenían prevista los nazis. El ejército británico explicaría después que había barcos militares cercanos lo que indujo al error, al pensar que el barco estaba ocupado por militares alemanes.
Sea como fuera resulta demasiado triste, demasiado injusto que unos hombres que habían sufrido tanto, que habian estado sometidos a trabajos forzados y sobrevivido a las marchas de la muerte, que habían pasado hambre y hacinamiento, tratados durante tanto tiempo con tanto desprecio, encontraran un final tan trágico, a manos de sus liberadores y cuando la guerra ya había prácticamente terminado. Difícil de digerir tanta injusticia... y tanta crueldad.


El campo de Neuengamme estaba vacío cuando llegaron los británicos.
Sin embargo, en algunos de sus subcampos se encontraron supervivientes.
Un soldado americano reparte piezas de fruta entre los presos del  subcampo
de Wobbelin.

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