El golpe de Estado fracasa en muchas partes de España, ese fue el caso de Madrid o Barcelona. En todas esas zonas la iniciativa inmediata de la lucha contra los golpistas y la reducción de los sectores que habían apoyado la insurrección corresponde, por lo general, no a unidades del ejército regular sino a milicias, surgidas en medio del desbarajuste del 18 de julio. Organizadas por determinados grupos políticos, sindicatos o asociaciones de izquierdas (PCE, PSUC, POUM, CNT, UGT), estaban formadas por individuos dispuestos a defender sus ideales frente a un ejército en rebeldía que venía a representar los intereses de los grupos más reaccionarios y conservadores. A ellas se unieron los restos de los cuerpos de seguridad que por diversas razones se mantuvieron fieles a la República en determinados casos (Guardia civil o Guardia de asalto). Sin embargo, las milicias, cruciales en un principio, mostraron pronto su debilidad como fuerza militar, surgiendo graves problemas que mermaban su capacidad en el combate:
- Su diversidad ideológica. Les unía la existencia de un enemigo común, pero ni siquiera la defensa de una misma causa, porque con frecuencia ni siquiera estaban unidos en defensa de la República, Los anarquistas o el POUM apostaban más por la revolución que por la defensa de la República, a la que consideraban un régimen burgués. Los socialistas o comunistas tenían por objetivo fundamental el frente de combate y cerraban filas en torno al régimen republicano.
- El desorden era la tónica dominante y eran muy diversas las formas de hacer la guerra: Las milicias anarquistas eran por principio opuestas a todo concepto de disciplina y jerarquía militar, optando por asambleas para tomar decisiones en el frente. Era frecuente encontrar milicias socialistas en el frente de Madrid que en los primeros momentos podían acercarse al frente de combate como el que va a una excursión y después volver a casa y regresar a la jornada siguiente. en ocasiones los milicianos de la columna de Hierro anarquista podían dejar el frente para ir al entierro de un líder o ajustar cuentas en la retaguardia con sus enemigos comunistas. Otras unidades por el contrario, como eran las milicias comunistas tenían claro que la única forma de enfrentarse al enemigo era la disciplina férrea y el mando único.
- No todos las milicias tenían la misma preparación, ni estaban dotadas de armamento por igual. Algunas unidades estaban relativamente bien equipadas y organizadas. Otras veces, especialmente en los primeras semanas de la contienda, los milicianos eran simples obreros o campesinos que se habían hechos con algunas armas y que como ocurrió en el caso de la marcha sobre Extremadura, ejercieron escasísima resistencia ante un ejército bien organizado.
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Largo Caballero rodeado de milicianos |
El papel de las milicias empieza a decrecer con el acceso a la jefatura del gobierno republicano del socialista Francisco Largo Caballero. Las milicias se habían mostrado como poco eficaces ante los legionarios y regulares rebeldes en los frentes de Extremadura y el Tajo, e incapaces de romper el frente en Aragón ante fuerzas inferiores. A partir de octubre se crea un mando único, se somete a las milicias a los dictados del Código de Justicia Militar y se reconvierte a sus jefes y oficiales a las escalas y jerarquías del ejército. Las columnas y unidades de milicianos se convierten en la que sería la unidad básica del nuevo Ejército Popular de la República, la brigada mixta.
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Cuartel general de las milicias obreras
en Cartagena |
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Milicianos |
Las milicias anarquistas
Las milicias anarquistas se organizaban en columnas, algunas de las cuales adquirieron tintes míticos, así como sus jefes, de las que a veces procedía el nombre. Es el caso de columnas como la de Cipriano Mera, que en los primeros meses de la contienda liberó Guadalajara y después Cuenca, la columna de Durruti que combatió en Aragón o la llamada columna de Hierro, que actuó en valencia y el Bajo Aragón, entre otras. Las columnas anarquistas se organizaron bajo principios asambleístas y tomaban las decisiones a través de la democracia directa. Se dividían en pelotones,, agrupados en centurias y éstas en batallones. Los delegados de cada una de estas unidades carecían de privilegios y de mando jerárquico y eran elegidos por los milicianos. Tuvieron menos preocupación por el combate que por la revolución y quizás por eso su eficacia militar fue escasa, siendo además protagonistas de enormes excesos y de parte importante de la represión realizada en la zona republicana, como evidenciaron en el frente aragonés. Esa faceta represiva a la vez que revolucionaria es evidente en columas como las de
Durruti o la columna de Hierro de José Pellicer.
Aunque el himno anarquista era Hijos del pueblo la canción que se generalizó entre los milicianos anarquistas era de origen polaco y llegó a España en 1933: ¡A las barricadas!
!A las Barricadas¡
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Los milicianos de la columna García Oliver antes de
partir de Barcelona |
Negras tormentas agitan los aires,
nubes oscuras nos impiden ver,
aunque nos espere el dolor y la muerte,
contra el enemigo nos llama el deber.
El bien más preciado es la libertad.
hay que defenderla con fe y valor.
Alza la bandera revolucionaria,
que del triunfo sin cesar nos lleva en pos.
Alza la bandera revolucionaria,
que del triunfo sin cesar nos lleva en pos.
¡En pie pueblo obrero, a la batalla!
¡Hay que derrocar a la reacción!
¡A las barricadas! ¡A las barricadas
por el triunfo de la Confederación!
¡A las barricadas! ¡A las barricadas
por el triunfo de la Confederación!
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Buenaventura Durruti |
La milicias comunistas
Quizás la milicia más conocida y también la más prestigiosa, cargada de una aureola mítica que se mantuvo hasta el final de la guerra, fue el Quinto Regimiento. Su origen está en las Milicias Antifascistas Obreras y Campesinas organizadas en Madrid por dirigentes comunistas en los primeros momentos de la guerra. Terminó convirtiéndose en la base sobre la que se creó el Ejército Popular de la República, y siempre fue una de sus formaciones de élite. En su seno surgieron oficiales tan destacados en la guerra como Juan Modesto o Enrique Líster. Aunque de mayoría comunista, en él combatieron republicanos y socialistas y fueron determinantes en la defensa de la capital frente a los franquistas, combatiendo en las batallas de Somosierra, Guadarrama, Talavaera y Toledo. Creció rápidamente y pasó de 6.000 a 20.000 milicianos entre los meses de agosto y noviembre. Su mayor proyección se debió también a su labor social y cultural, y al alistamiento en sus filas de intelectuales de primera fila como Rafael Alberti y Miguel Hernández. Pero su fama obedeció a su eficacia militar. Aunque los soldados participaran en la elección de los oficiales bajos y suboficiales, las órdenes no se discutían y se obedecían. Su buena organización e instrucción militar la convertían en una unidad muy operativa. Su himno se convirtió también en una de las canciones más conocidas de la guerra:
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Miguel Hernández con otros miembros del 5º Regimiento |
El dieciocho de julio
en el patio de un convento
el pueblo
madrileño
fundó el quinto regimiento.Anda jaleo, jaleo,
ya se
acabó el alboroto,
y vamos al tiroteo,
y vamos al tiroteo.
Con
Lister y Campesino,
con Galán y con Modesto,
con el comandante
Carlos
no hay miliciano con miedo.
Con los cuatro batallones
que a
Madrid están defendiendo
se va lo mejor de España,
la flor más roja del
pueblo.
Con el quinto, quinto, quinto,
con el quinto
regimiento,
madre, yo me voy al frente
para las líneas de fuego.
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Milicianos del 5º Regimiento combatiendo en las afueras de Madrid |
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Cartel comunista llamando al alistamiento |
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El regimiento Pasionaria se fundió con el 5º Regimiento |