BLOG DE JOSÉ ANTONIO DONCEL DOMÍNGUEZ (I.E.S. LUIS CHAMIZO, DON BENITO, BADAJOZ)

jueves, 23 de febrero de 2012

La guerra y el protectorado español en Marruecos en el primer tercio del siglo XIX

La Primera Bandera de la Legión con su comandante D. Francisco Franco
 en primer término. Noviembre de 1920.

Perdido el imperio ultramarino tras el desastre de 1898, España trató de rehacer un nuevo imperio colonial en Africa, y en las primeras décadas del siglo XX se hizo con el control del llamado Sáhara occidental y el enclave de Sidi Ifini. Sin embargo, la clave de su expansión colonial fue el norte de Marruecos donde se desarrolló una guerra que terminó convirtiéndose en un grave problema para la estabilidad del país. En la expansión de España en Marruecos convergieron unos intereses contrapuestos:
- España trató de participar en el reparto de Africa, del que se estaban beneficiando muchas potencias  como Inglaterra, Francia, Alemania o Bélgica. Se intentaba así recuperar un lugar entre las potencias europeas y el prestigio nacional perdido en 1898.
- Se pretendía frenar la expansión de Francia, la gran potencia de la zona que controlaba buena parte del Magreb.
- Proteger la presencia española en Ceuta y Melilla, frente a la creciente hostilidad de las tribus rifeñas y el expansionismo francés.
- Aunque durante algún tiempo hubo interés por las explotaciones de hierro, el valor económico de la zona siempre fue bastante escaso, en contraposición con la difícil orografía montañosa y el carácter belicoso de las tribus o cabilas locales, opuestas a cualquier control colonial.
- Otro de los intereses que confluyen es el del ejército, que veía una oportunidad de recuperar su prestigio y el protagonismo perdido tras el desastre del 98. La expansión colonial era vista además como un medio de ascenso rápido en el escalafón por los llamados militares africanistas.
- En contra de la aventura colonialista estaba el creciente antimilitarismo existente en parte de la opinión pública, refrendado por los republicanos y el movimiento obrero. Este antimilitarismo popular se debía a que los estragos de la guerra los sufrian los pobres. Hasta el establecimiento del servicio militar obligatorio en 1912, los que tenían dinero se podían librar de la incorporación a filas mediante el pago de una cuota demasiado elevada para las posibilidades económicas de las clases bajas.




Tras la Conferencia Internacional de Algeciras en 1906 -celebrada para resolver el conflicto sobre Marruecos planteado entre Francia y Alemania-, España obtuvo el reconocimiento definitivo de sus derechos sobre el norte de África. Se asignó una zona de influencia para Francia y otra para España cuya ocupación empezó en febrero de 1909 bajo el gobierno de Maura, firme defensor del control colonial del norte de Marruecos. El avance y consolidación del poder español fue siempre lento. En julio los rifeños atacaron una linea de ferrocarril cercana a Melilla matando a cuatro trabajadores españoles y Maura decidió reforzar militarmente la zona. A finales del mes se producía la matanza del Barranco del Lobo, en la que los bereberes provocaron 1.000 bajas en el ejército español.
El error de Maura fue movilizar reservistas catalanes casados lo que agudizó el clima de tensión social. Los anarquistas y socialistas convocaron entonces una huelga general, mientras el gobierno prohibía la prensa obrera y multiplicaba las detenciones.
En Barcelona, puerto donde debían embarcar las tropas, comenzó la huelga y las manifestaciones. La autoridad militar proclamó el estado de guerra, lo que desató una oleada de violencia callejera durante casi una semana -del 26 al 31de julio-. Durante la llamada  "Semana Trágica" la población reaccionó levantando barricadas en las calles e incendiando iglesias y conventos.
El 31 de julio, restablecido el orden, se emprendió una dura represión: más de mil detenciones y la ejecución de cinco penas de muerte, entre ellas la del pedagogo anarquista Ferrer i Guardia, que levantó una ola de protesta internacional que provocó la dismisión del presidente del gobierno, el conservador Maura.

Los incendios de conventos e iglesias fueron frecuentes en Barcelona
durante la Semana Trágica

Barricada en las calles de Barcelona durante la Semana Trágica


En este VIDEO podemos ver el desarrollo de la guerra en Marruecos durante la primera década del siglo XX y como la deriva militar desemboca en los violentos sucesos de la Semana Trágica:



Unos años después, el Tratado Hispano francés de 1912 va a convertir las zonas de influencia de ambos países en Marruecos en un protectorado compartido. Francia reconoce formalmente el norte de Marruecos como territorio español, estableciéndose el protectorado español con capital en Tetuán. La parte española era más pobre y problemática que la francesa, y de hecho la resistencia de los marroquíes a la ocupación hizo que se enviaran refuerzos: En 1913 había en el Marruecos español 50.000 soldados.
La impopularidad de la guerra, los costes y dificultades encontradas y la falta de interés económico de la zona hizo que los avances fueran lentos y vacilantes. A ello habría que añadir la división en el ejército entre el sector "africanista" -que se podía beneficiar de los ascensos por mérito de guerra- y el sector "juntistas" que coincidía con las Juntas militares de defensa en el rechazo de ese sistema de promoción.
Durante la Primera Guerra Mundial el protectorado estuvo en calma. España dejó de ocupar terrritorios para evitar tensiones con otras potencias europeas. Pero acabado el conflicto las acciones militares para controlar el territorio se reinician. En la parte occidental, con base en Ceuta y Tetuán, desde 1919 el general Dámaso Berenguer -nombrado Alto Comisario español en Marruecos- inicia los avances de forma lenta y firme. Su prudencia e inteligencia permitió de esta forma el control efectivo de la zona.
En 1920 se creaba un cuerpo de elite para enfrentarse a la creciente dureza del combate en la guerra del Rif. Se trataba de sustituir a las tropas de reemplazo, así se bajaba el clamor popular por las bajas producidas a la vez que se aumentaba la operatividad y efectividad del ejército. Fundado por Jose Millán Astray como Tercio de Extranjeros -más tarde conocida como la Legión- encuadraba a españoles y extranjeros que voluntariamente se alistaban para luchar en Marruecos, participando en la guerra entre 1920 y 1927.

En 1920 Millán Astray y Francisco Franco asisten a la primera jura de
 bandera del Tercio de Extranjeros, después la Legión.


Uniformes de la Legión

La violencia y la tortura son parte de la guerra en Africa, no solo de los
 rifeños, también de los legionarios, entre cuyos hábitos estaba cortar las
 cabezas de sus enemigos.

Todo parecia indicar que la pacificación y ocupación llegaría al Protectorado sin grandes problemas. Pero en la parte oriental, donde se encontraba Melilla, las cosas fueron diferentes. Allí el general Silvestre, encargado de la comandancia de Melilla, trató de avanzar hacia el interior del Rif y ocupar los territorios intermedios entre las dos zonas, en torno a la bahía de Alhucemas. Este área estaba bajo el control de las cabilas rifeñas dirgidas por el caudillo nacionalista Abd el-krim, que se negaba a someterse a cualquier poder extranjero. A partir de julio de 1921, el general Silvestre inició una campaña que desde Melilla le llevó a extender el control español hacia el corazón del Rif, sin haber protegido suficientemente la retaguardia ni haber asegurado los abastecimientos. Buscaba una victoria definitiva y corrió riesgos excesivos e imprudentes.


El general Silvestre en Marruecos

Abd El-Krim

Rifeños
Entre 1919 y 1921 el general Silvestre duplicó el territorio controlado por los españoles entorno a Melilla pero asumiendo muchos riesgos. Las tropas españolas estaban muy dispersas y en un frente muy amplio, con un número de posiciones muy elevado y dificilmente defendibles, y además con graves problemas de aprovisionamiento. Cuando los rifeños, liderados por Abd el-krim, atacaron el puesto de annual se produjo una desbandada de las tropas españolas, que perdieron en unos veinte días todo el territorio ocupado en los últimos años. Los soldados españoles, bisoños y sin preparación militar, desmotivados y desconocedores del terreno, fueron presa del pánico en medio de una total desorganización. Los rifeños llegaron a las mísmas puertas de Melilla y todo el ejército español en el Marruecos oriental fue aniquilado: 13.000 muertos, entre ellos el propio general Silvestre.


Batalla de Annual

Cuando los españoles recuperan la posición de Monte Arruit, la situación
es dantesca. Los cádaveres  todavía estaban esparcidos por el terreno
(arriba y abajo).



El puesto de Monte Arruit antes y después del ataque 
Dibujo satírico sobre el desastre de annual

La llegada de refuerzos permitió la recuperación del territorio perdido, eso sí, a costa de un elevado gasto militar y la presencia de un enorme contingente de tropas. Pero la mayor consecuencia fue, a parte de evidenciarse la deficiente organización del ejército, la enorme crisis política que se desató. El impacto del desastre de annual se pareció a la conmoción de 1898, y la opinión pública y la prensa lanzó graves críticas contra el gobierno y el ejército, apoyadas en el parlamento por la oposición socialista y republicana. Como consecuencia el gobierno cayó.
También se inició un proceso parlamentario encaminado a aclarar las reponsabilidades militares y políticas de lo ocurrido en Annual. A tal efecto se nombró una comisión en el congreso encargada de elaborar un informe sobre los sucedido que debía presentarse a las Cortes. Este informe, conocido como el Expediente Picasso, provocó fuertes degbates en las Cortes, y contó con la oposición del ejército, que quería frenar el asunto puesto que de él podían derivarse responsabilidades en los altos mandos militares y llegar a implicar  al propio rey, amigo de Silvestre y defensor de una política expansionista en Africa.
Así la cuestión de Marruecos se convirtió en un factor de crisis politica, y el debate en torno a las responsabilidades fue un elemento decisivo que llevó a los militares a optar por una posición de fuerza. Por eso el expediente no llegó nunca a las Cortes, ya que días antes de la fecha prevista para su discursión se produjo el golpe de Estado de Primo de Rivera y el inicio de la dictadura.

Alfonso XIII y el general Primo de Rivera

La dictadura heredaba un conflicto impopular, que dividía a los mismos militares entre los africanistas  defensores de la lucha y los que optaban por volverse a casa. Durante la primera etapa de la dictadura, el conflicto marroquí centró el interés de Primo de Rivera, que asumió personalmente el Alto Comisariado de Marruecos en 1924. Pero no fue la iniciativa del dictador la que acabó con la guerra, sino la imprudencia del dirigente rifeño Abd el-Krim que cometió el error táctico de atacar a los franceses en 1925. Esto favoreció que a partir de ese año se iniciara una política de colaboración con Francia que incluyó una acción militar coordinada. Fruto de esa colaboración fue el desembarco de Alhucemas (1925), que se saldó con gran éxito. Tras varias derrotas, Abd el-krim se rindió, entregándose al ejército francés al año siguiente. A partir de 1927, las tropas españolas dieron por concluida la ocupación efectiva de todo el Protectorado y su pacificación definitiva.

Desembarco de Alhucemas

Finalizamos la entrada con este VIDEO donde se analizan los acontecimientos que se sucedieron entre el desastre de Annual, que hizo tambalearse el poder colonial español en el norte de África, y el desembarco de Alhucemas, que supuso la pacificación definitiva de Marruecos.


viernes, 17 de febrero de 2012

El campo de concentración de Neuengamme y el dramático final del Cap Arcona

Un campo de concentración es un lugar de reclusión masiva de personas, sometidas a duras condiciones de confinamiento que vulneran sus mínimos derechos y que están marcadas generalmente por el maltrato, la inanición, el trabajo forzado y el asesinato. El nazismo nada más llegar al poder en 1933 inició la construcción de campos de concentración donde recluir a los disidentes políticos (especialmente socialistas y comunistas), a los miembros de otras razas susceptibles de eliminación (judíos, gitanos, etc.), a los testigos de Jehová y a homosexuales, todos ellos perfectamente identificados con un sistema de marcado. Con el tiempo esos campos adquirieron grandes dimensiones y de ellos se fue haciendo cargo las SS, la guardia de élite del estado nazi. El punto de partida para esta red de campos fue Dachau, surgido en 1933, y le seguirían otros cuyos nombres han quedado marcados en nuestro subsconcientes como sinónimos de barbarie: Sachsenhausen, Buchenwald o Mauthasen. Después de 1939, iniciada la guerra y con las nuevas necesidades de reclusión que suponían las enormes comunidades judías de los países del Este o los prisioneros de guerra, se abren nuevos campos -entre ellos el de Neuengamme- y se crea una red enorme, además de suponer la aparición de los grandes campos de exterminio en el este de Europa -ver mapa-, surgidos desde 1941, y cuyo objetivo iba mucho más allá del maltrato, el asesinato o el trabajo forzado, y suponía el exterminio masivo y rápido de una gran masa de personas, esencialmente judíos. Eran el eje de lo que se dio en llamar la "solución final", que acabaría definitivamente con "el problema judío", con la eliminación física masiva de todos los judíos de Europa. Son campos como Auschwitz o Treblinka, símbolos del horror. En dichos campos, el que no moría de hambre o enfermedad, era aniquilado con técnicas de exterminio masivo que incluyeron el uso del gas Ciclón B en cámaras de gas. Cientos de personas era gaseada de una vez y después incineradas en hornos crematorios.




El campo de Neuengamme

El campo de Neuengamme se crea en diciembre de 1938 en las cercanías de Hamburgo como un subcampo de Sachsenhausen. La transferencia de presos de este campo hacia el nuevo subcampo pretendía reabrir una antigua fábrica de ladrillos abandonada. Posteriormente fueron utilizados en otros menesteres, como la regulación de las orillas del río Elba o la construcción de canales. Sería a partir de junio de 1940, cuando al aumentar las necesidades del III Reich, se convirtió en un campo totalmente independiente. A partir de 1942 el campo amplió su radio de acción y aparecieron campos satélites o subcampos en zonas más o menos cercanas, cuyos presos proporcionaban mano de obra para fábricas de fibras sintéticas o se dedicaban a la limpieza de ruinas producidas por los ataques aéreos. Sin embargo, según avanzaba la guerra y escaseaba la mano de obra alemana, fueron cada vez más dedicados a las fábricas de armamentos.



En enero de 1945 había en el complejo de campos de Neuengamme unos 50.000 presos, 10.000 de ellos mujeres, distribuidos en 96 subcampos, 20 de los cuales se encontraban en Hamburgo. Durante toda su existencia pasaron por Neuengamme unos 106.000 prisioneros. De ellos casi un tercio eran prisioneros de guerra rusos, 34.000. Había también judíos, disidentes políticos y militantes de izquierda, homosexuales y testigos de Jehová. Más de 28 nacionalidades se mezclaban en sus barracones: Además de los rusos, los más numerosos eran los polacos, griegos, franceses, holandeses o alemanes, pero también había 750 españoles. Del total de presos que pasaron por el campo más de la mitad murió, unos 55.000 presos. El índice de mortalidad fue siempre muy alto y fue creciendo con el tiempo. En 1943 morían al mes más de 330 presos, un año después la mortandad estaba en 2.600 al mes, 84 al día. La mortalidad estaba relacionada con el maltrato sistemático de los presos, con las duras condiciones de trabajo y con las epidemias que se cebaban sobre el campo debido a las malas condiciones higiénicas y sanitarias, pero también con las crecientes condiciones de acinamiento y superpoblación del campo. Especialmente nocivo fue el tifus que en algunos momentos adquirió el carácter de severa epidemia, como ocurrió en diciembre de 1941, con la muerte de 1.600 presos. En las imágenes inferiores observamos a los presos trabajando, de todos modos en este video encontramos una interesante recopilación de fotografías del campo de Neuengamme.



Presos del campo de Neuengamme sometidos a trabajos forzados


El uso de presos era frecuente en determinadas obras públicas

Los testimonios que expongo son extraídos de la obra de Hermann Kaienburg "Exterminio a través del trabajo. El caso de Neuengamme". Muestran las durísimas condiciones de vida y trabajo de los presos. Un superviviente confesaba: "Los prisioneros teniamos que empujar unos carros cargados con piedras y arena, y eso a paso de carga. Aun así, los celadores de las SS nos golpeaban cuando pasábamos junto a ellos. Creo que hacían lo posible por debilitarnos". 
Y sobre la enfermería comentaba otro presidiario: "En cada cama había tres o cuatro, y a veces hasta cinco o seis hombres. Parece increíble, pero lo he visto con mis propios ojos. Estaban tumbados unos encima de otros. La mayoría no eran más que esqueletos y no necesitaban mucho espacio. No se movían, ya no tenían fuerzas para moverse. Muchos estaban ya muertos. Era un infierno, la antesala de la muerte, peor de lo que uno pueda imaginarse en sus fantasías más descabelladas".
El aumento de la mortandad con el hacinamiento cada vez mayor, hizo necesario la construcción de hornos crematorios en el mismo campo, que evitaran el traslado a Hamburgo de los prisioneros muertos. A finales de 1942 se construyó también una cámara de gas donde fueron asesinados con Ciclón B 450 prisioneros soviéticos.

Cámara de gas del campo de concentración de Neuengamme.
                                
En Neuengamme, igual que en otros campos, se realizaron experimentos médicos con los presos, utilizados como cobayas. Se experimentó con bacilos de tuberculosis sobre prisioneros. Y en 1944 se solicitó a Auschwitz 20 niños judíos con quién se experimentó, inoculando bacilos de tuberculosis en ellos. Con el objetivo de no dejar rastro de aquello, los niños, asistentes médicos y demás prisioneros testigos del sufrimiento fueron eliminados por la SS cuando los ingleses estaban muy cerca de Hamburgo.

El triste final: Muerte en el Cap Arcona

En la primavera de 1945 el final de la guerra se hallaba muy cerca. El 14 de abril Heinrich Himmler, jefe de las SS, había dado la orden de no dejar ningún preso con vida en los campos de concentración. Había que ocultar a toda costa las atrocidades cometidas. Las SS decidieron hacer desaparecer a todos los deportados, pero la eliminación física de los cuerpos en los mismos campos no era fácil y resultaba demasiado lenta. Se iniciaron entonces las llamadas "marchas de la muerte". Muchos campos fueron vaciados y los presos fueron conducidos lejos del frente, generalmente hacia el Báltico.
Cuando a finales de abril de 1945 los británicos se acercaban al campo de Neuengamme, las SS iniciaron su evacuación forzosa y la quema de sus archivos. Miles de presos habían sido transferidos ya al campo de Bergen-Belsen, en el que los británicos entraron el 15 de abril. Unos 10.000 presos iniciaron un desplazamiento masivo hacia el puerto de Lübeck. Como en el caso de otros campos, las llamadas "marchas de la muerte" se convirtieron en estos últimos días de la guerra en un medio más de aniquilación de los supervivientes de los campos, sometidos a marchas agotadoras y prolongadas en las peores condiciones. Muchos murieron en las cunetas de cansancio, de sed o hambre, con frecuencia los SS los ametrallaban o los asesinaban con un disparo. Sin embargo, en el caso de los presos de Neuengamme, lo original era el final que les esperaba. En un intento desesperado por eliminar toda prueba de la barbarie los nazis pretendían concentrarlos a bordo de algunos buques que debían ser hundidos en alta mar. Los cargueros Athens, Thielbeck y Deutschland, pero sobre todo el enorme transatlántico Cap Arcona fueron destinados a tal operación.
El Cap Arcona no era cualquier barco, se trataba de un gran transatlántico alemán de 27.571 toneladas de peso.. Botado en 1927, tenía una eslora de 206 metros. Con capacidad para 1.315 pasajeros, era el buque insignia de la compañía HSDG de Hamburgo. Con un cuidado lujo interior fue destinado en el periodo entreguerras a la línea entre Hamburgo y América del Sur, y en él cabían tanto pasajeros de clase alta como emigrantes. De hecho, y al hacer escala frecuente en el puerto de Vigo, condujo a muchos gallegos hacia los puertos de America del Sur. Con el inicio de la Segunda Guerra Mundial fue destinado al servicio de guerra y en 1944, con el avance de los soviéticos, como tantos otros barcos -por ejemplo el Gustloff-, fue destinado al transporte de soldados y civiles que huían del avance soviético. En abril de 1945 fondea en la bahía de Lübeck en mal estado, con algunas averías y daños.


El majestuoso Cap Arcona en puerto.
                                

El Cap Arcona poseía un lujoso interior.
                                  
Entre el 19 y el 30 de abril más de 11.000 deportados habían llegado a pie al puerto de Lübeck, incluido también algunos presos procedentes del campo de Stutthof, cercano a Danzing. El 20 de abril se inició el embarque. Cuando los oficiales al mando de los barcos se opusieron fueron amenazados con el fusilamiento. La Cruz Roja intentó negociar en vano la liberación de los presos con Himmler. El carguero Athens fue el encargado de trasladar al Cap Arcona y al Thielbeck a los deportados, fondeados a unos kilómetros de tierra.  En pocos días fueron transferidos más de siete mil presos. Junto a ellos iban centenares de oficiales de la SS y kapos, prisioneros jefes en los campos de concentración nazis. 


Deportadas en el Thielbeck.
En el caso del Cap Arcona para los prisioneros la visión resultó surrealista. Agotados tras las interminables caminatas, sucios y hambrientos, recorrieron los lujosos salones del buque. Luego fueron amontonados en los camarotes de los que se habian extraído los muebles. Pronto el barco se convirtió en un infierno. Todos los días morían alli 20 o 30 deportados. No había casi comida ni bebida y los guardias se ensañaban con los presos. El olor y el hacinamiento se convertían en insoportables incluso para los guardias SS, por lo que hubo que descongestionar el barco antes del trágico final. 
Para el 30 de abril el Athen había hecho su último viaje, y para entonces todos en los barcos sabían que Hitler se había suicidado. Los deportados franceses, gracias a un acuerdo con la Cruz Roja sueca, fueron rescatados. en un intento de los nazis de buscar la piedad de los vencedores. Pero a pesar de todo el plan seguía. El 3 de mayo los submarinos alemanes se preparan para atacar con torpedos los buques atestados de deportados. Apareció entonces una flotilla de cuatro escuadras de caza bombarderos británicos. Los nazis colocaron banderas blancas en us barcos militares, pero no en los barcos cargados de presos como el Cap Arcona, el Thielbeck y el Athen. Los británicos ametrallaron y bombardearon los dos primeros. La mayoría de los que no murieron en el bombardearon se ahogaron o fueron asesinados por los SS. Los que escaparon de los barcos murieron en el agua fría agarrados a lo que podían o ametrallados en sucesivas pasadas de los aviones ingleses. Solo el Athen permaneció indemne. Algunos náufragos fueron rescatados por pescadores alemanes, los demás murieron.


El Cap Arcona incendiado tras el bombardeo.


El Cap Arcona se hunde en el Báltico.

En este testimonio de un superviviente se registran los últimos momentos del Thielbeck una vez bombardeado: "Al pie de las escaleras presenciamos escenas violentísimas, que degeneraron en una auténtica batalla campal a medida que el agua llenaba la bodega. Yo había conseguido agarrarme a los barrotes de una de las escalerillas, pero arriba, en la cubierta, los SS arremetían contra los deportados que asomaban la cabeza y la caída de un grupo de aporreados me arrastró hacia el fondo de la bodega. Vi como se ahogaban varios amigos míos (...) Braceando desesperadamente conseguí acercarme de nuevo a una escalerilla y logré subir a cubierta, donde, con la ayuda de unos amigos, arrancamos varios maderos y se los arrojamos a nuestros compañeros que se debatían en la bodega inundada. Todavía hoy me pregunto cómo pude llegar hasta la cubierta.
El barco se hundía lentamente, algo escorado. Cerca de mí un SS se pegó un tiro. Veo a racimos de hombres tratando de asirse a todo lo que flotaba y a otros que trataban de alcanzar la costa, que se veía a lo lejos, a nado. Entonces me decido a arrojarme al agua. Logré asirme a una tabla al tiempo que volvían a pasar los aviones ingleses, que nos ametrallaron. Las balas repiqueteaban sobre el mar, muy cerca de mí, pero me salvé. Poco después empieza a llover y el mar se pica. A mi alrededor la gente va desapareciendo. Los pocos que habían logrado asirse a algo, extenuados, van soltando su flotador y desaparecen en el mar. Al llegar la noche, estuve a punto de soltar mi tabla varias veces. Me encontraba cansado y desmoralizado. De pronto, oí unas voces. Eran unos pescadores alemanes. Llevaban en su barca varios rusos y polacos, arrancados a la mar, y a mí también me salvaron ellos. Nos dejaron en la playa y yo me dormí como un bendito dentro de la barca".
Había 4.500 presos a bordo del Cap arcona y 2.800 en el Thielbeck, solo sobrevivieron 316 presos del Cap Arcona y 50 del Thielbeck, además de la totalidad de los 1.998 acinados en el athens.  En apenas media hora murieron cerca 7.000 presos.
Al día siguiente, las tropas británicas entraron en el campo de concentración de Neuengamme, completamente vacío, y los británicos recibían la rendicion de las tropas de Alemania del norte. Cuatro días más tarde, el 8 de mayo de 1945, la guerra terminaba en Europa.
El gobierno británico nunca hizo referencia al drama, no se hicieron homenajes, ni se resarció a las víctimas. No se hicieron solemnes discursos ni se compensó a nadie. Se hicieron fosas comunes a lo largo de la costa, aunque todavía veinte años después el mar siguía lanzando cadáveres sobre las playas. El monumento existente en honor a las víctimas fue realizado por los supervivientes, no lo construyó ningún gobierno. Los británicos cubrieron la tragedia de un tupido velo, sorprendidos ellos mismos de que sus aviones cumplieran con rapidez la misión que tenían prevista los nazis. El ejército británico explicaría después que había barcos militares cercanos lo que indujo al error, al pensar que el barco estaba ocupado por militares alemanes.
Sea como fuera resulta demasiado triste, demasiado injusto que unos hombres que habían sufrido tanto, que habian estado sometidos a trabajos forzados y sobrevivido a las marchas de la muerte, que habían pasado hambre y hacinamiento, tratados durante tanto tiempo con tanto desprecio, encontraran un final tan trágico, a manos de sus liberadores y cuando la guerra ya había prácticamente terminado. Difícil de digerir tanta injusticia... y tanta crueldad.


El campo de Neuengamme estaba vacío cuando llegaron los británicos.
Sin embargo, en algunos de sus subcampos se encontraron supervivientes.
Un soldado americano reparte piezas de fruta entre los presos del  subcampo
de Wobbelin.

sábado, 4 de febrero de 2012

El asedio de Numancia: Resistencia frente a Roma



Tras derrotar a la ciudad rival de Cartago, Roma se convirtió en la principal potencia del Mediterráneo, lo que le permitió extender su imperio y dominar centenares de pueblos y tribus. Sin embargo, Numancia, una ciudad situada en el corazón de Hispania, fue capaz de mantener en jaque al mayor ejército de la antigüedad y los romanos solo pudieron acabar con ella tras veinte años de ataques y asedios. Todo ello la convirtió en un símbolo de la resistencia indomable, de los que prefieren la muerte a la pérdida de la libertad. Antes de rendirse, murieron de hambre y lucharon y al ser conquistados muchos se suicidaron en masa. Si se convirtieron en un símbolo es porque los propios romanos quedaron impresionados y de hecho sus cronistas e historiadores la nombraron continuamente y la citaron como ejemplo al respecto. Se trataba de ensalzar el valor del enemigo para dar más importancia a la victoria romana. Autores como Apiano se admiraron del "amor a la libertad" de sus pobladores y destacaron su tenaz resistencia frente a las legiones romanas. También el historiador Floro equiparó Numancia con las más grandes ciudades por su valor y fama. El mismo Plinio el Viejo y también Estrabón nos relataron el drama de la ciudad. En la actualidad tal percepción sigue vigente, como lo demuestra el uso generalizado del concepto de "numantino" en el deporte o en la guerra cuando hacemos referencia a la resistencia cerrada frente al enemigo.
El yacimiento arqueológico de Numancia, a pocos kilómetros de la ciudad de Soria es el mejor conservado de Celtiberia y el que más información respecto a sus pobladores nos ha ofrecido. También por su leyenda ha sido el más estudiado y hoy con vistas al turismo ha sido reconstruido parcialmente. Así se ha hecho con algunas casas y con la muralla de varios metros de grosor que existía, construida de sillares y adobe, y con torres de madera. En el yacimiento se superponen dos ciudades, la celtíbera y la romana, construida sobre la primera, de la que quedan también restos y vestigios.


Fragmento reconstruido de la muralla celtíbera de Numancia.

Una vivienda celtíbera reconstruida en  la ciudad de Numancia

Los celtíberos eran unos pueblos y tribus que se extendían en el entorno del Sistema Ibérico -ver mapa inicial-. Ofrecieron una fuerte resistencia a los romanos, que desde las costas del Mediterráneo avanzaban hacia el interior de Hispania. La república romana libró tres guerras para someter a estos pueblos en los siglo II y I a.c. En la Segunda Guerra Celtíbera, librada entre los años 153 a.c. y 133 a.c., dos de las ciudades más importantes de los celtíberos, Numancia y Segeda, se enfrentaron con la poderosa Roma.
Veinticinco años antes, en la Primera Guerra Celtíbera, las ciudades celtíberas habían sido derrotadas y se sometieron al poder de Roma. Los tratados establecidos prohibieron a los celtíberos construir ciudades amuralladas, así que cuando Segeda decidió ampliar su recinto amurallado, los romanos reaccionaron y avanzaron sobre la población. Entonces, los segedenses huyeron y se refugiaron en la ciudad hermana de Numancia. Poco después segedenses y numantinos derrotaban a las legiones romanas ante el estupor de Roma. A partir de ese momento y durante veinte años (153-133 a.c.) los numantinos fueron los grandes rivales del imperio romano, sobre todo tras la caída de Cartago en el 146 a.c. La ciudad fue asediada y atacada sucesivamente por distintos ejércitos que siempre fueron derrotados. Los cercos no resultaron eficaces ni totales y el clima resultó un aliado, pues en esas tierras altas sorianas el invierno era largo y frío. Asentados en los campamentos desde los que se asediaba y atacaba Numancia, los legionarios romanos pasaron todo tipo de penalidades. Muchos murieron de frío, otros afectados por la disentería y otras enfermedades. Los romanos hicieron tratados que después traicionaron y buscaron enemistar a los numantinos con otras tribus y ciudades celtíberas. Pero siempre fracaron.

Legionario romano

Infantería legionaria en pleno ataque

Sin embargo, a partir del año 134 a.c., el conquistador de Cartago y el más prestigioso general romano, Publio Cornelio Escipión, se puso al frente del ejército que intentaba someter la ciudad. Lo primero que hizo fue reorganizar las legiones e imponer una férrea disciplina en un ejército desorganizado y desentrenado. Tras veinte años de derrotas y fracasos, los legionarios estaban desmotivados y abatidos. La degeneración de la vida militar condujo a campamentos ocupados por prostitutas, mercaderes y adivinos. Se cambió el régimen de alimentación de los legionarios, más austero, y se sometió a la tropa a un duro entrenamiento. Igualmente se les obligó a continuas guardias y duros trabajos físicos en la construcción de empalizadas y zanjas para el asedio.
Con decenas de miles de legionarios bien preparados para un largo asedio se presentó ante la muralla de la ciudad a finales del verano del 134 a.c. Le acompañaban historiadores y escritores. Escipión levantó en torno a la ciudad un muro de piedra y tierra de varios kilómetros, con dos metros y medio de espesor y tres de alto, con un foso de medidas similares para envolverla como una cinturón impenetrable. Cada treinta metros se construyeron torres de madera de varios pisos de altura, en cada una de las cuales se instaló un sistema de señales -con banderas rojas de día y con antorchas de noche- para comunicar con rapidez todo lo que aconteciera. En los puntos estratégicos del perímetro se ubicaron siete campamentos donde se acuartelaron las tropas. Escipión decidió cerrar el río Duero, único punto de contacto de la ciudad con el exterior, lo que perjudicó enormemente la resistencia de los numantinos.
Los cercados confiaron en que los romanos se retirarían cuando el invierno debilitara su moral y sus defensas, pero no ocurrió. Consiguieron mandar mensajeros rompiendo el duro cerco a otras ciudades celtíberas, que no les apoyaron. Sin la ayuda exterior estaban condenados.


El cerco de Numancia tenía una muralla y siete campamentos estables

El asedio de la ciudad celtíbera de Numancia se prolongó por un amplio espacio de tiempo. La proporción entre asediantes y asediados era claramente desfavorable para los numantinos. Se calcula que el ejército romano alcanzaba los 25.000 soldados, mientras la población asediada se calcula en unos 8.000-10.000 hombres. Escipión se negó a negociar la paz y exigió la rendición. Entonces la mayoría de los numantinos decidió suicidarse antes que caer en manos de los romanos o morir de hambre. Los historiadores romanos cuentan, con tremendo dramatismo, como los padres dieron muerte con sus espadas a sus hijos y esposas antes de suicidarse. Los que no murieron se entregaron a Escipión. Su imagen impactó a los romanos. Los supervivientes parecían salir del mismísimo infierno: Cabellos largos y sucios, harapos cubriendo los cuerpos, olor a pobredumbre, ojos enrojecidos, labios cortados y llenos de llagas, dientes mellados y amarillentos, uñas largas. Pero lo que más impresionó a los romanos fue la penetrante mirada de los numantinos, cargada de rencor, que transmitía un odio eterno a Roma. 
Esa trágica rendición fue representada en este cuadro de Alejo Mera, convertido en un ejemplo de pintura histórica, naturalista y romántica. Fue pintado en 1880 y titulado "Los últimos días de Numancia". 

              

Los heridos y enfermos fueron eliminados y el resto se vendió como los esclavos. La ciudad fue arrasada y saqueada completamente. Escipión se guardó cincuenta hombres con los que se presentó en Roma para demostrar su victoria y celebrar su triunfo. La destrucción de Numancia terminó con las guerras celtíbéricas, que habían supuesto unos enormes gastos para el estado romano. Numancia que había sido arrasada, permanecería deshabitada hasta comienzos del Imperio. En el siglo siguiente Roma, imparable en sus conquistas, se convirtió en el mayor imperio que hasta entonces se había conocido en toda la Tierra.
En este excelente vídeo se recrea con una animación en tres dimensiones todo el proceso de conquista y resistencia de la ciudad de Numancia. Resulta riguroso y entretenido por lo que lo recomiendo.